Opinión

La noche triste del 12 de setiembre de 2018

Al ver las imágenes, en principio pensé que se trataba de situaciones que habrían ocurrido allende las fronteras de mi Patria y...

Al ver las imágenes, en principio pensé que se trataba de situaciones que habrían ocurrido allende las fronteras de mi Patria y, quizá por un prejuicio latente, me aventuré a creer que se trataba del hermano país del norte.

Pero no, con gran estupor me percaté de que se trataba de lo sucedido en San Pedro de Montes de Oca, a un kilómetro escaso de mi residencia, y lo que es peor, en el recinto de la Universidad de Costa Rica, mi centro de estudios, en donde igualmente ejerzo honrosamente las labores de docente universitario.

La indignación y la ira me empezaron a invadir al comprobar que los guardianes de la ley y miembros de la Fuerza Pública –esos que están para la defensa de todos y todas– habían ingresado impunemente al campus universitario y que en su interior se habían perpetrado actos de agresión a los estudiantes, con el saldo de varias personas detenidas.

Si algún manifestante incurrió en algún comportamiento contrario al ordenamiento jurídico, para eso existen las vías correspondientes, para que con respeto al debido proceso se determine su responsabilidad penal; es así como funciona un Estado democrático.

Lo que es inaudito e inadmisible en un régimen de derecho son las imágenes (que hablan por sí solas) en donde se aprecia a policías motorizados en vehículos conduciendo contra vía e ingresando al campus universitario, en clara vulneración a la autonomía universitaria, que es un baluarte de la estabilidad democrática del país. Observé golpes a bastonazo limpio y observé el trato que recibía un profesional del Semanario UNIVESIDAD que cumplía con su deber de transmitir y documentar la situación que se presentaba, y que parecía incomodar a quienes decían actuar en pro de la “ley y orden”. Algo inconcebible cuando se trata del derecho a informar de una manera clara y directa (detalle que otros medios de comunicación no han hecho, aunque sabemos claramente cuáles y por qué razones particulares incluso parecen acuerpar el proceder policial) y que en otros países (en cuenta en la República de Nicaragua) se ha visto censurado de una forma que solo puede calificarse de brutal. Lamento percibir que podremos estar en ese triste camino.

Esto pone de manifiesto que la actuación de las autoridades de policía (que deben actuar bajo las indicaciones del Ministerio de Seguridad  Pública y de su titular) en definitiva se ha salido de control y que el exceso policial es un factor que por sí mismo deslegitima el proceder de la Fuerza Pública y de sus integrantes, a pesar de que se tratase del desbloqueo de una vía pública.

Como Exjuez de la República, me permito recordarle al señor Ministro de Seguridad Pública que en su condición de jerarca debe garantizar el respeto a los derechos de los ciudadanos, sin ningún tipo de distinción, y que no deje de lado que la actividad policial, por razones lógicas y obvias, en su desempeño se encuentra expuesta al abuso, lo que definitivamente debe evitarse a toda costa. Es necesario contar con policías con formación, conocimiento y además prudencia en el actuar. Solo un Estado que respeta las posturas ajenas, en cuenta el derecho a la protesta y al disenso, puede ser considerado legítimo, ya que de lo contrario fácilmente podría caerse en el trillado discurso de que se actúa en contra de “vándalos”.

Al señor Presidente le indico: Usted enarboló la bandera de los Derechos Humanos y fuimos muchos (en cuenta mi persona) quienes creímos en su mensaje y confiamos en un respeto absoluto a esta serie de conquistas históricas, como serían la autonomía universitaria a partir de la Reforma de Córdoba. Es irónico que ahora, los que actúan bajo las órdenes del gabinete, vulneren impunemente los Derechos de los y las estudiantes y en tal panorama, una disculpa de su parte no es suficiente ante los delicados hechos que se aprecian en las imágenes. Se trata incluso del recinto universitario que lo formó a usted como comunicador y que le permitió un bagaje intelectual en el que hemos confiado más de un 60% de costarricenses para permitirle una abrumadora victoria como la que se dio el pasado primero de abril. El derecho a la libre expresión, a la protesta y al disenso existe y no puede ser satanizado sin más. Si quiere pasar a la historia como pluralista y respetuoso (tal y conforme se presentó en campaña) siéntese a dialogar y fustigue en todo el matonismo y el abuso. Créame que la historia de nuestra patria, si así lo hace, se lo agradecerá.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido