Opinión

La lucha contra la reforma laboral en Francia: un ejemplo de dignidad

Las calles de la nación gala se mueven entre un caudal de gente, entre una multitud enardecida que marcha y protesta

Las calles de la nación gala se mueven entre un caudal de gente, entre una multitud enardecida que marcha y protesta al mismo tiempo que los polizontes, enviados por el gobierno, que bloquean el paso a los manifestantes y lanzan sus garrotes y sus gases lacrimógenos con el fin de amortiguar el descontento popular; pero está claro que los esfuerzos del gobierno por mantener enmudecido y oculto este gran estallido social y de masas son superfluos, que este descontento no es más que una de las grandes expresiones del recrudecimiento de la lucha y el antagonismo de clases en Francia y todo el viejo continente.

Las diversas ciudades en Francia se han transformado en un arduo y verdadero campo de batalla, mientras los antagonismos crecen y se vuelven cada vez inevitables e irreversibles, el gobierno se consolida cada vez más antipopular y antiobrero y el movimiento de la clase trabajadora gana más fuerza con el paso de los días, las personas trabajadoras movilizándose día a día con el objetivo de dar una “cálida” respuesta a la ofensiva del gobierno de Francois Hollande y su proyecto de reforma laboral, que más que una reforma es un proyecto reaccionario que coarta, destroza y desmiembra las garantías y los derechos plasmados en el código laboral.

La clase trabajadora ha logrado paralizar al país casi en su totalidad y ha logrado captar la mirada y atención de los medios de información a nivel mundial, su lucha reivindica la oposición contra las medidas neoliberales del gobernante Partido “Socialista” de Francia que buscan implantarse con una legislación descarada y que tienen como objetivo de caza los ‘derechos de las personas trabajadoras’. De este movimiento de masas, de este estallido social se desprende un enorme cargamento de valentía, dignidad, y sobre todo de unidad de las fuerzas populares valerosas de Francia, que no cederán ni doblegarán ni un solo milímetro de su lucha. Y de la misma manera en que avanza la ofensiva para desmembrar los derechos laborales, de la misma forma se acrecienta la fuerza de los obreros y trabajadores que ya han paralizado a la nación francesa y que ha dado muestras de ser una fuerza profundamente inquebrantable.

Lo alcanzado por la clase obrera de Francia hasta ahora, las magnitudes y las proporciones que han llevado los paros y las huelgas en el país es un ejemplo brillante y sobre todo preciso de lo que se puede lograr construyendo y consolidando un movimiento que  verdaderamente agrupe, empodere y dote de solidez y congruencia a las fuerzas populares y sociales del país para combatir con toda la artillería, que se desprende de la luchas sociales, contra las políticas y las acciones de los políticos de siempre que tienen desde hace rato en la mira el recorte a los derechos que han sido conquistados por los trabajadores tras una larga lucha después de tantos años viviendo en la precariedad.  La Francia de hoy es un ejemplo de dignidad, de esa que ni la brutalidad ni la violencia pueden destruir.

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