Opinión

La economía y su embeleso

En la introducción de una de sus obras_más_importantes, el Premio_Nobel_de_Economía Joseph Stiglitz escribió: “cambié de físicas_a_económicas_porque_quería entender por qué nuestra sociedad_funcionaba como lo hacía…

En la introducción de una de sus obras más importantes, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz escribió: “cambié de físicas a económicas porque quería entender por qué nuestra sociedad funcionaba como lo hacía… e intentar hacer algo por cambiarla”. Esto es curioso, puesto que autores como Donald Marron han llamado a la economía “la física de las ciencias sociales”. Sea por las interrelaciones o la universalidad de ambas disciplinas, tal vez lo que el Dr. Stiglitz deseaba desde un inicio era comprender el mundo (mediante perspectivas muy distintas, claro está).

Resulta fascinante notar cuán reducido ven algunos el accionar de la economía. Muchos piensan que simplemente se trata de “hablar de plata” y que su labor no excede lo bancario o bien lo bursátil. Sin embargo, la economía va mucho más allá del peculio y es una ciencia dicotómica “hasta decir basta”. Así como la econometría se sirve de los procesos matemáticos y estadísticos más puros, también hay escuelas (específicamente la austriaca) con pensadores como von Mises, von Hayek o Menger (el primero en una forma más preeminente), quienes consideran que, al ser el mercado tan impredecible, ni siquiera vale la pena calcular precios (en general, sus obras intelectuales tienden a prescindir de fórmulas y gráficos).

Si aun con ello no me cree, ¿qué pensaría si le digo que Smith y Marx tienen una conceptualización de “precio justo” muy similar? ¿O que el primero creía en una intervención sana del Estado y que el segundo admitió en múltiples ocasiones la importancia del dinero en la historia? ¡Es más! Por extraño que suene, Milton Friedman creía en un “impuesto sobre la renta negativo”.

Si esto no basta para convencerlo de lo diversa que es la economía, podemos hablar de que el modelo más famoso sobre el ligamen empresas-gobierno-educación fue propuesto por un físico argentino (Sábato); que el modelo de flujo circular de la economía fue creado por un médico (Quesnay); que el Premio Nobel del ramo lo han ganado postulados psicológicos (Kahneman y Thaler); que la economía conductual es cada vez más respetada; que existe la ingeniería financiera (que es justo lo que su nombre parece indicar) y que las ecuaciones de la teoría cuantitativa del dinero de Fisher y de elasticidad se parecen más de lo que se creería a las de la física-matemática.

Sin embargo, dista mucho de ser la ciencia suprema que muchos proclaman, pero el hecho de entender “plenamente” la realidad, o no, no es lo que la vuelve tan hermosa, sino el que ni siquiera el más experimentado llega a conocerla por completo: a los keynesianos la estanflación (quizá la prueba más fehaciente de que la curva de Phillips debería ser descartada) los tomó por sorpresa y para los liberales las hipotecas subprime y el esquema Ponzi fueron un auténtico varapalo. Siempre hay más por aprender.

La economía seguirá por los años, tomando prestado de otras disciplinas, pero permitiendo su existencia mediata e inexorablemente. Se mantendrá en forma perpetua llena de supuestos y certezas, exigiendo de sus estudiosos esfuerzos y cavilaciones inimaginables, pero recompensándolos con un modo nuevo de ver la vida.

-En memoria de Édgar Ayales-

Suscríbase al boletín

Ir al contenido