La filosofía política que abraza el neoliberalismo, en términos generales, tiene su origen en el agotamiento del modelo de desarrollo, preñado por una concepción y una acción antiinflacionaria que encontró su desbordamiento en la globalización (también un innovador desarrollo de la cibernética). Dichos factores se despliegan en una matriz que tiene sus entradas en el despojo, la privatización, la desregulación, el individualismo signado por un egoísmo que tiene su arribo y felicidad en la obtención de las mayores riquezas=petróleo o tesoros donde todos son competidores por el mismo fin. De esa manera, se pronuncian por la construcción de un mundo plagado de las más profundas contradicciones. Quizá la mayor contradicción sea el asentamiento de la democracia burguesa (también liberal o ahora neoliberal) que establece una lucha interminable por las riquezas y la autoridad de unos cuantos (organizados como aves de rapiña para perpetuar su especie) negando de esa forma la existencia digna de las grandes mayorías. Por eso entre viandas suntuosas, vinos y risas festejan que los otros defiendan los intereses de tal democracia.
Claro que la creatividad del capitalismo fusionado con el neoliberalismo y con la democracia burguesa promueven el tráfico de drogas, de mercaderías, evasión fiscal y por supuesto una de las mayores lacras de los siglos que es la trata de blancas, empujada por una promoción literaria, películas y todo, donde los medios de comunicación masiva hacen grandes negocios con el morbo (¡Qué importa si el mercado debe ser libre! ¡Todo debe comprarse y venderse!). No es concebible la inversión social (bueno en el decir de estas gentes y de ´algunos equipos de economistas` mejor gasto social y punto), puesto que en su imaginario, no les produce ganancias. Es por ello que las imposiciones del Fondo Monetario Internacional expresadas el 7 de marzo en la voz de don Lorenzo Figliuoli versaban sobre la imperativo de aprobar ya las reformas, o mejor dicho el paquetazo de impuestos y de recortes porque en el año electoral que se avecina va a ser muy difícil (por eso entre viandas suntuosas, vinos y risas festejan que los otros defiendan los intereses de tal democracia), pues es el año de las grandes promesas: hacer el cambio, desterrar la desigualdad laboral, desterrar el desempleo, resolver el problema de la vivienda, vaya pensar en la Costa Rica que todos soñamos y… ahora bien todo esto resulta tan contradictorio y tan folclórico conforme a la definición de democracia que da Abraham Lincoln: “El gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
Se tiene que admitir que en una sociedad como la nuestra donde campea la corrupción, el enriquecimiento ilícito, el despilfarro, el desempleo y el subempleo, la alta evasión fiscal, un régimen jurídico permisivo donde los ciudadanos viven en casas-celdas, el sistema imperante es altamente antidemocrático. Claro que la radiografía puede continuar con un deterioro de la educación (basada en una enseñanza enlatada cuya producción deben ser educandos enlatados y por ello el currículo solo puede estar basado en el conocimiento), y de la salud pública.
Las empresas privadas casi en su totalidad se constituyen como sociedades anónimas para acogerse a beneficios insospechados cuyos recursos permanecen a veces muy bien cobijados en los paraísos fiscales que en Suiza tuvieron muy buena acogida desde el pasado y también en otros países de donde los capitales pueden salir hasta bien blanqueados (si hay imputados en los Papeles de Panamá denunciados por el Semanario UNIVERSIDAD, aquellos seguramente podrán blanquearlos y todo).