Opinión

La crisis actual entre Hamás y el Estado de Israel

La crisis actual entre Hamás y el Estado de Israel ha evidenciado una vez más que se anteponen reacciones emocionales ante un análisis histórico de coyuntura. Y no es que los primeros no tengan derecho de admisión. Es realmente lamentable la pérdida de vidas humanas, y sobre todo de grupos tan vulnerables como niños o ancianos, y esto por parte de ambos grupos involucrados. Sin embargo, cuando no se contextualiza o no se aplican las reglas del método comparativo, se empieza a dar un proceso de desinformación e incluso de deshumanización alrededor del drama que envuelve a las víctimas. Aun cuando el conflicto palestino – israelí se inserta en un proceso de mediana y corta duración, en su inmediatez se pierden de vista elementos analíticos que escapan a una mayoría de observadores, los cuales ponen énfasis en la narrativa de tipo periodístico, pero que no toman en cuenta motivaciones profundas de los actores directos y otros ocultos en las sombras.

La escalada iniciada por Hamás se explica por cuatro aspectos inmediatos a los que este grupo no quería prestar atención. En primer lugar, la crisis sanitaria dentro de la Franja de Gaza causada por la pandemia actual de coronavirus. En segundo lugar, la negativa de la Autoridad Palestina de convocar a elecciones. En tercer lugar, el uso propagandístico de los posibles desalojos de unos residentes de apartamentos en el barrio de Sheik Yarrah. Por último, las acusaciones de limitar el derecho a la libertad de culto de Israel en la mezquita de Al-Aqcsa.  La negativa de la Autoridad Palestina y de Hamás de recibir ayuda de Israel para vacunar a la población de ambos sectores, a pesar de que luego responsabilizaron al Estado Judío para crear una imagen nefasta ante la opinión pública internacional, ha creado una crisis sanitaria en Gaza, y en menor medida en Cisjordania.  He aquí el clásico recurso de desviar la atención de la población local por las responsabilidades propias frente al enemigo exterior. El elemento de mayor peso, sin embargo, es la negativa de Abbas de no efectuar elecciones, y como esto enfureció a Hamás y este decidió enviar un mensaje a los palestinos atacando a Israel. Las encuestas señalan que el grupo Fatah, al cual pertenece Abbas, perderían las elecciones frente al avance del grupo terrorista dentro de Cisjordania. La escalada se explica mejor como una demostración de fuerza de dicho grupo para posicionarse frente a la población de Cisjordania que ya empieza a verse como mejor alternativa a la corrupta gestión de la AP de Abbas. Aquí Israel, como enemigo externo, cumple un mejor papel que provocar una guerra civil dentro de Cisjordania. Hay que recordar que Gaza es un enclave dominado a sangre y fuego por Hamás.  Además, el problema de las familias del barrio de Sheik Yarrah es una típica disputa por no pagar el alquiler de unas cuatro familias árabes israelíes ante los dueños israelíes judíos, quienes recurrieron ante los tribunales para pedir el desalojo. No se trata entonces de un proceso de judaización de Jerusalén Oriental que afectaría a miles y miles de familias árabes israelíes como se maneja en redes sociales, esto lo supo manejar muy bien Hamás dentro de su política de crear un caos anti israelí y posicionarse frente a Fatah y Abbas. Dentro de esta misma óptica hay que entender los disturbios en la Explanada de la Mezquita de Al-Aqcsa.

Lo anterior indica que se trata de una reacción de la rivalidad interna entre Hamás y Fatah, en la cual Israel sería el blanco ideal de ambas fracciones. Corrupción, rivalidades políticas al interior del liderazgo palestino, rivalidades ideológicas dentro de dicho liderazgo, y crisis sanitaria explican mejor los elementos coyunturales de los últimos días. Lo que hace a esta crisis preocupante y de alcance regional es la violencia del conflicto, la pérdida de vidas civiles, la reacción de la comunidad internacional y el rol de Irán en ella, pero este último aspecto es tema para ser tratado en otra ocasión. La crisis actual es un capítulo más de la disputa del todavía más joven conflicto palestino – israelí,  cuyo rol temporal cada vez se aleja más del inicial conflicto árabe –, lo que no supone la no intromisión de agentes externos, que es un rasgo estructural de este. La narrativa que pone énfasis en el antisionismo, el expansionismo y el genocidio de corte nazi por parte del Estado de Israel es de corte simplista para un conflicto tan complejo.

 

 

 

 

 

Suscríbase al boletín

Ir al contenido