Opinión

De la corporalidad de diversos significados

Lo cotidiano es experiencia de nuestro existir. Región recurrente de nuestra vida particularizada por el simple hecho de exigirnos ser de modo integral.

Lo cotidiano es experiencia de nuestro existir. Región recurrente de nuestra vida particularizada por el simple hecho de exigirnos ser de modo integral. Nuestra cotidianidad es estética, ética, política, sexual, emotiva. Es coincidencia de lo diverso que se integra en síntesis de múltiples determinaciones. Situación de ese ser quien es ahí en el momento de estar en un lugar. Nuestra diaria vivencia de la corporalidad rechaza todas las diferencias porque estas se entremezclan en una rica danza de roces furtivos, miradas y gestos que nos invitan a acercarnos o alejarnos a otros.

Lo cotidiano es un escenario de múltiples experiencias, donde las estrictas fronteras entre los significados de nuestros conceptos se borran através de la acción en un sentido. No importan sus diferencias, en la vivencia se fusiona todo. Las palabras no componen las cosas, solo nos las hacen manejables.

Entre los callejones de lo diario, las distintas dinámicas en las que nos enfrascamos evidencian la particular identidad que da lugar a las distintas corporalidades con las que nos encontramos en la calle. Lo cotidiano es el escenario de ser por medio de estar.

Escenario entonces de visualización de los diversos significados que corresponden a definiciones superestructurales de buen gusto y elegante gesto que nos son obligatorias y vinculantes. La cotidianidad aparece entonces no solo como región de articulación identitaria, sino también de encuentro.

Es en lo diario donde se producen las articulaciones de significados identitarios, hombre, padre, amigo, ciudadano. A la vez, es en lo cotidiano donde se reproducen, con mayor o menor éxito, las condiciones históricas de existencia a las que se asocia el ejercicio comunitario de valoraciones represivas de conductividades inadecuadas o incluso desfasadas por su sentido. Entendido así, la identidad humana resulta ser con ello una articulación compleja que se corporaliza en los múltiples momentos del estar diario de su ser.

Cada quien es resultado de un enlace de múltiples significados superestructurales que se imponen como determinaciones, culturales, morales, políticas, que se reflejan en actitudes, conductas y corporalidades. Dicha articulación aparece como vínculo orgánico de significados a los cuales nos aproximamos con el paso de los años y en los distintos escenarios de cotidianidad por los que atravesamos con la edad.

Através de esa articulación se desemboca en prácticas de sentido que se perciben por parte del otro como gestos que convocan nuestra atención y que actúan como puente de encuentro e intimación. El otro es seducido o repelido por nuestras corporalizaciones y actitudes escénicas.

Las identidades humanas resultan entonces ser articulaciones de significados superestructurales que nos abren al encuentro y la intimación con otros.

Por su dinámica social y vivencial de vinculación, esas definiciones nos amarran a un universo centralizado de modos reconocibles de ser, hablar, pensar, valorar y verse, asociados orgánicamente en un escenario específico de realidad histórica.

Por exigencia de principio, este modo de ser debería ser exclusivo y excluyente, en tanto responde a una constitución histórico social particular; pero en el caso latinoamericano, la subsistencia de nudos superestructurales arcaicos heredados desde la colonia conforma un continuo que desdibuja las diferencias. Por esta razón, los diversos modos de ser son mutuamente compresibles, con matices, cierto, pero no con abismales diferencias.

El modo de ser en nuestra región posee un lugar de enunciación común. Siendo lo que somos en nuestro escenario histórico, somos para otros que lo son en el suyo. El modo de ser en América Latina es el de un estar compartido. Nuestro ser es el estar de nuestros significados. Nos vemos como nuestra articulación identitaria define que somos. En nuestro estar se transparenta nuestro ser.

La cotidianidad es la región para ser lo que se es en el justo lugar donde se está.

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