Opinión

La amenaza fundamentalista a la barrera entre religión y política

El Presidente de la Asamblea Legislativa impulsa que se haga política desde la religión, sobre todo cuando implica negación de derechos a las minorías.

Una profunda tristeza invade al leer el libro “Llamados a gobernar: Los cristianos tenemos mucho que aportar”.

Tristeza, porque el texto del diputado Gonzalo Ramírez (Renovación Costarricense), bajo el escudo de defensa de “valores” y “moral”, plantea una concepción maniqueista e intolerante del ejercicio de la política, según la cual, los “cristianos” -a quienes presenta como un homogéneo sector de la población- deben hacerse del poder político para liberar a “las naciones” de la corrupción culpa de “no cristianos”.

Es decir, el Presidente de la Asamblea Legislativa lo que presenta es una confrontación de extremos, en la que los cristianos son los buenos y todos los demás, los malos de la película: “Una de las razones por las cuales no se ha avanzado como debería ocurrir en el campo de la política es porque, muchos de los que han llegado a ocupar puestos de gobierno, han caído en la misma corrupción que los no cristianos”.

Es dudoso que Ramírez con ello haya buscado referirse a su compañero de bancada Abelino Esquivel, quien ha destacado no sólo por nombrar familiares en su despacho, sino porque -y esto es aún más grave-, tal como denunció UNIVERSIDAD, solicitó al Ministro de Justicia sacar de la cárcel a un “amigo” suyo que resultó ser pastor, que, peor aún, cumple una pena por violación; que, peor aún, su víctima fue una menor de edad quien, peor aún, padece una discapacidad intelectual.

Pero antes de entrar en detalles del texto, vale la pena enfocarse en el acto de presentación del libro, realizado este 22 de marzo en la Sala de Expresidentes de la Asamblea Legislativa, curiosamente unos diez días antes de la segunda ronda electoral.

RELIGIÓN Y POLÍTICA “SE PUEDEN ABRAZAR”

Al llegar al sitio, lo primero que llamó la atención fue la presencia del sacerdote preferido del candidato presidencial evangélico Fabricio Alvarado. Sergio Valverde es una figura de creciente notoriedad en medios de comunicación gracias a su trabajo en la organización Obras del Espíritu Santo, aunque últimamente ha figurado también en la campaña del fundamentalista Alvarado.


UNIVERSIDAD tuvo oportunidad de abordar al cura luego de verlo intercambiar abrazos y números de teléfono con el exdiputado evangelista Guyón Massey:

¿Ha tenido oportunidad de leer el texto de don Gonzalo?

Nos van a dar un ejemplar del libro, que con mucha alegría voy a leer.

En su opinión, a partir de la formación que ha tenido como sacerdote, ¿cuáles considera que son los riesgos de mezclar la política con la religión?

Bueno, eso está mucho en la persona, en la madurez de la persona. Yo siento que la fe, ciencia, la política… si partimos del principio de que la política es el arte de hacer el bien, y la religión busca hacer el bien, entonces más bien se pueden ayudar, abrazar.
Siempre pienso que toda persona, sin excepción, puede aportar algo bueno. Entonces hay que partir de ese principio, porque si uno parte del principio de que aquella es buena, aquella gente es mala, uno generaliza y cuando generaliza nos hacemos daño los seres humanos.

¿No le preocupa que la política al fin y al cabo es ejercicio de poder? ¿No es un matrimonio peligroso entre poder religioso y poder político?
Depende de cómo se vea el poder, si se ejerce como debe ser, como la misma escritura nos invita a que el poder se debe ejercer como un ministerio de servicio -para servir y no para servirse-, entonces ojalá que las personas que tengan poder sean personas maduras y que sepan ejercer la caridad.
Todos tenemos poder. Dios a todos nos dio poder: poder de pensar, poder de actuar, a una mujer, el poder de dar a luz, a un varón, poder engendrar, poder formar una familia; el poder siempre existe: el poder de pensar, el poder de crear, Dios nos hizo a su imagen y semejanza, el poder de dialogar, el poder de gobernar. Todos tenemos que gobernar: una familia, el chofer de bus gobierna un bus, un taxista… entonces, pues es un gobierno nada más que hacerlo como oficial en el caso de otro tipo de políticas, pero el ser humano es un ser político por excelencia.

Usted no ha tenido reparo en apoyar públicamente el proyecto político de don Fabricio (Alvarado), incluso él pagó publicidad en Facebook en que aparece en una foto con usted.
Ya aquí como que cambia el tema. Yo ahorita me sujeto a orar y a respetar cualquiera que sea la intención del votante. Como ciudadano solamente me limitaré a votar y simplemente oro para que sea lo mejor para el país.

Esa es una posición muy respetable. Lo que me preocupa precisamente es que don Fabricio paga publicidad en la que lo transmite es una foto con usted ¿eso le preocupa?
Yo abrazo a todo el que llegue, amo a todos en nombre de Jesús y a nuestra institución pueden llegar todos, siempre llegan todos, ya qué hagan con las cositas como fotografías… en lo personal soy un hombre de paz y no vivo peleando.
Respeto lo que el TSE nos ha pedido, me sujeto a eso y estoy orando para que todo transcurra en paz. Para no juzgar, no entro en criterios partidistas.

SIGUIENTE NIVEL

El acto de presentación del libro fue iniciado por Sixto Porras, director regional de la organización ultra conservadora Enfoque a la Familia, quien intervino para decir entre otras cosas que “ha llegado el tiempo donde el silencio se acaba” y de llevar al país “al siguiente nivel”.

“Los ojos de todos los países están puestos en nuestro país, lo que ocurre en Costa Rica es punta de lanza”, aseveró triunfalista.

Por su parte, el legislador Ramírez afirmó que “a los cristianos nos trataban como ciudadanos de segunda categoría, nos pedían el voto cada cuatro años y después se olvidaban”. Es que ¿alguien le impidió casarse por ser cristiano? ¿alguna vez lo agredieron en la calle por esa razón? Victimizarse es una efectiva herramienta proselitista.

A pesar de ello, mostró una posición más comprensiva y flexible sobre temas como la reciente ola de femicidios, sobre la que expresó con preocupación que “no es posible que le echemos la culpa a una institución o jerarca, es culpa de muchos factores”.

En esa misma línea, se manifestó contra las desigualdades de género que persisten en la sociedad.

Sin embargo, defendió el vínculo entre religión y política asumiendo -una vez más- el rol de víctima: “¿por qué nos van a decir que no podemos ejercer libremente la fe?”, añadió poco desṕués su esperanza de que “respetemos los pensamientos diferentes, pero déjenme a mi también promover lo que yo creo que es bueno”.

En todo caso, mantuvo su tono conciliatorio cuando aseveró que “tenemos que madurar, construir una Costa Rica de todos y todas, no podemos polarizarla”.

El problema, diputado Ramírez, surge cuando lo que usted cree que es “bueno” incide en la insatisfacción de los derechos de personas que cometen el pecado de no compartir sus “valores” y cuyas vidas en nada afectan su libertad de culto. Eso es por definición polarizante.

“BAJO PRINCIPIOS DIVINOS”

“Gobernar ya no puede hacerse sólo con estrategias humanas o la mente natural. Hay desafíos, hoy día, que necesitan de la sabiduría de Dios y los más altos estándares divinos. Esto por cuanto lo que surge de manera natural de nosotros son los antivalores, como mentir, fornicar, deshonrar a las autoridades y lo que espera Dios de nosotros es rectitud. Por eso, uno de los principales roles de los líderes gubernamentales es instruir a las naciones y a sus pueblos a vivir altos estándares de valores”.

Eso se lee en la página 35 de “Llamados a Gobernar” y reproduce un discurso de imposición de fe tan viejo como la religión misma: las pecaminosas imperfecciones de la humanidad hacen necesaria la intervención de la autoridad pretendidamente espiritual, que en la propuesta del texto se materializa a través de “los cristianos”, porque es monopolio suyo eso de “altos estándares de valores”.

Dicho de otra forma, si no son cristianos, no son “valores”.

La tesis de Ramírez es sencilla: hasta ahora quienes han gobernado “de izquierda y derecha” han fracasado en luchar contra la corrupción, por ello “se tiene claro entonces, que sólo la influencia de hombres y mujeres preparados, con íntima dependencia de Dios pueden producir verdaderos cambios”.

Plantea que en América Latina se ha desarrollado “una sólida tradición a partir del cristianismo” y escoge benevolentes ejemplos como Fray Bartolomé de la Casas, dejando de lado experiencias como la Conquista y establecimiento de la Inquisición, o figuras como el depredador pederasta Marcial Maciel.

Apunta Ramírez que lo que llama la “ética cristiana” se fundamenta en lo que entiende como el ejemplo de amor, perdón y misericordia de Jesús y a partir de ahí reivindica la agenda política de restricción de derechos típica de este cristianismo:

“Los postulados cristianos, en cuanto a la santidad de la vida humana, el matrimonio como unidad básica de la familia, de acuerdo con el diseño divino, monogámico y heterosexual, la familia como célula fundamental de la sociedad, entre otros aspectos, se les suelen señalar erróneamente en la actualidad como principios de una agenda conservadora y de derecha”.

Añade de seguido: “Algunos movimientos secularistas, que promueven una agenda a favor de las demandas pro aborto y de homosexuales, encuentran en corrientes más liberales radicales algunos espacios donde afianzarse y proclamar sus enunciados”.

En el capítulo 3 “La relevancia de la familia y de las políticas familiares”, insiste en la idea de que “familia” es sólo la estructura que su cristianismo reconoce, y asume cualquier estructura familiar alternativa como una amenaza. Por lo demás, temas como el aborto, la fecundación in vitro o el matrimonio igualitario son rechazados con argumentación ya conocida.

Eso que llaman “ideología de género” ocupa todo un capítulo del libro. En esta oportunidad, Ramírez la define como “una corriente ideológica que pretende replantear, en esencia, la antropología sexual humana”. Queda abierta la cuestión de qué entiende el diputado por “antropología sexual humana”.

Repite la teoría de conspiración de un tal Jorge Scala, quien sostiene que se trata de una suerte de contubernio entre “algunas posturas neomarxistas, determinadas corrientes homosexuales de sexólogos americanos y ciertas teorías de Simone de Beauvoir y Foucault”.

En esta mega conspiración entran las agencias de Naciones Unidas: “UNICEF, FPNU, Banco Mundial, OMS”.

Luego pasa a insistir en que toda orientación sexual diferente de la heterosexualidad no es natural y para ello cita estudios publicados por organizaciones igualmente conservadoras de Estados Unidos.

Posteriormente, retoma el discurso justificante de la vinculación entre religión y política, al sostener que “la responsabilidad como cristianos no sólo es impactar dentro de las cuatro paredes de la iglesia al 20% de la población del país que asiste a las congregaciones, sino que, además, se debe promover la extensión del Reino de Dios y llevarlo al 80% de la población que nunca llega a los templos”.

Esta convicción expansionista claramente se aleja de cualquier noción de respeto a quienes piensan diferente, pues aquí el objetivo es que todo el mundo sea “cristiano” según como lo entiende Ramírez. ¿Comprende usted, señor diputado, que libertad de culto también implica que a nadie se le puede imponer una fe?

Una línea discursiva común a la militancia cristiana es la de asumir papel de víctimas perseguidas, cuyo ejercicio religioso esta siempre en peligro. El diputado insiste en ello cuando afirma que “hay sectores que buscan que se prohíba orar y hablar de Dios en las instituciones públicas, que persiguen convertir a Costa Rica en un estado ateo, que se apruebe la cultura de la muerte, se legalice el aborto, el matrimonio homosexual, y que se cierren las iglesias cristianas”.

Se trata de una narrativa que recurre a la paranoia de una pretendida persecución para justificar no la reivindicación de derechos de la población cristiana, sino la imposición de creencias. Una narrativa por demás polarizante.

Ello se comprueba cuando afirma que “la era actual plantea a los cristianos un reto fundamental: construir una cultura de participación política que lleve a gobernar bajo los principios divinos”.

¿SE JUSTIFICA EL EXTREMISMO?

Luego de la presentación del libro y en medio de una oleada de seguidores que querían la firma del legislador, UNIVERSIDAD tuvo oportunidad de abordar a Gonzalo Ramírez:

¿Cómo le dice a la gente que al ver estos llamados a gobernar, no interprete que la suya es una apología del acceso al poder de quienes cierran escuelas y llaman a la muerte de los homosexuales?
Bueno, la gente es libre de manifestarse, también tenemos gente que se manifiesta en las calles por salarios, por convenciones colectivas, por salarios abusivos…

Pero no están pidiendo la muerte de nadie.
Sí he visto sectores que son extremos en diferentes áreas. Creo que los extremos no deben ser parte del tema del cristiano, creo que el diálogo, el construir puentes, debe ser la forma en que los cristianos deberíamos de ir a reclamar o a hacer observaciones con respecto a los derechos que creemos que se nos están violentando, si es que creemos que se nos están violentando.
Con respecto al tema de las guías sexuales, hay dos cosas importantes. Uno es decirle a los costarricenses que la Sala Constitucional dice que usted puede ejercer su derecho a la patria potestad sobre sus hijos, y que si no quiere que sean educados en el área sexual puede sacarlos de la educación sexual, pero también hay otra parte donde nos parece que el Ministerio de Educación Pública se excedió en algunos contenidos, del tema de educación sexual, siendo yo alguien que cree que hay que educar a nuestros jóvenes en el tema sexual, creo que esos extremos es donde algunos nos estamos oponiendo.

Pero la preocupación, más allá del tema de las guías de educación sexual, es el extremismo que se dio de gente que cerró escuelas y que difundió un discurso bastante radical.
Hay algunos sectores que no se sintieron escuchados y que parte de la manifestación que se da en la escuela fue para que se les escuchara. Prueba de ello fue que al final la Ministra accedió a sentarse con ellos a dialogar. Creo que la manifestación de ellos y luego sentarse en una mesa de diálogo muestra que…

¿Entonces está justificado que cerraran escuelas?

No estoy diciendo que esté justificado o no, pero eso llevó a que se sentaran en una mesa de diálogo. Si desde antes se pidió la mesa de diálogo y no se dio, eso llevó a que se sentaran en una mesa de diálogo.

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