Opinión

La acción social en tiempos de pandemia

En la acción social siempre ha permeado la necesidad de adaptarse a los cambios y a las realidades de las distintas poblaciones con las cuales se trabaja, pero fue sorpresivo un cambio tan radical a partir de marzo del 2020, al encontrarnos de frente a la Covid-19.

A inicios de abril de ese año se logró contar con un estilo de gestión en el contexto de la pandemia, el cual se describe a continuación:

1) Aproximación a la realidad: instalar un espacio en común de diálogo para identificar tanto las necesidades del contexto sanitario como los intereses y desafíos de los diferentes proyectos de acción social. A eso se suma la experiencia y aportes de las personas funcionarias de las diferentes secciones a lo interno de la Vicerrectoría de Acción Social (VAS), quienes ayudaron a establecer una ruta clara que facilitó las gestiones administrativas y los recursos necesarios para el alcance de los objetivos y compromisos de los proyectos.

2) Recursos y potencialidades: el trabajar desde ejes temáticos (como por ejemplo: salud, gestión del riesgo, socioproductividad, entre otros), visibilizó la importancia de vincularse de una manera distinta que permitió identificar motivaciones tanto personales como profesionales en la comunidad universitaria. El brindar apoyo desde productos previamente elaborados, experiencias del desarrollo de actividades en la virtualidad y las herramientas necesarias, intercambio de experiencia desde comunidades diversas, facilitaron el acercamiento rápido y oportuno entre las personas involucradas en los diferentes proyectos.

3) Trabajo en red: se logró contar con diferentes niveles de participación, la articulación entre proyectos, el apoyo entre vicerrectorías, con diferentes instancias y organizaciones tanto a lo interno como a lo externo de la Universidad, lo cual sirvió de puente para responder a las demandas solicitadas.

Sin duda, el conocimiento acumulado por la VAS en atención de emergencias enriqueció el estilo de gestión anteriormente citado, ya que posibilitó el permanecer cerca de las comunidades afectadas en situaciones tan difíciles y complejas, para brindar una atención organizada basada en la genuina necesidad de los grupos comunitarios con los cuales se trabaja.

Es así que, en el 2021, se brindó continuidad a diversas iniciativas, sin embargo, es pertinente mencionar tres desafíos destacables: 1) la necesidad de la presencialidad en los territorios, ya que los lazos, tejidos y códigos culturales se comprenden y construyen en la convivencia, 2) la desigualdad en el acceso a la virtualidad y a la comunicación telefónica y 3) necesidad de un espacio de articulación entre las diversas instancias universitarias con experiencia en gestión de riesgos.

Sumado a lo anterior, gracias a que la Universidad cuenta con capacidad instalada diversa y de calidad, se ha podido responder como Universidad Pública a la sociedad costarricense, por ejemplo, con la dotación de chips telefónicos, la flexibilización presupuestaria, el retorno paulatino a la presencialidad, los ajustes al protocolo de comunidades, entre otras acciones que han abierto espacios de articulación dinámica. De esta manera, se ha permitido el intercambio de experiencias y de saberes en una ruta cada vez más clara de trabajo, ya que los principales aprendizajes para la acción social han sido el “ganar tiempo”, “sumar esfuerzos” y “reinventarse constantemente”, por lo que tenemos seguridad de que la declaratoria del 2022 como año de la UCR para las comunidades abrirá oportunidades de encuentros cara a cara que fortalecerán la acción social.

Por último, es importante mencionar que estos encuentros permiten una constante creación de conocimientos, por lo cual se debe registrar y documentar y así favorecer una reflexión crítica de las distintas realidades y la búsqueda de la justicia social.

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