Opinión

La acción Social en disputa

La función de la Universidad de Costa Rica es, esencialmente, la generación de conocimientos a partir de sus tres áreas sustantivas

La función de la Universidad de Costa Rica es, esencialmente, la generación de conocimientos a partir de sus tres áreas sustantivas: la docencia, la investigación y la acción social. Esta última dimensión se ha consolidado históricamente como el principal mecanismo universitario de retorno hacia la sociedad, y es mediante ella que se fortalece más eficientemente el vínculo Universidad-Sociedad. Es decir, desde la acción social la Universidad no solo devuelve, sino que también construye y reconstruye conocimientos junto a las personas, grupos y comunidades con las que nos vinculamos.

A pesar de que la idea que conocemos de Universidad nos sugiere, en alguna medida, una integralidad entre sus tres áreas, lo cierto es que cada vez se hace más evidente el fenómeno de parcelamiento que se gesta hacia lo interno de ella, y que dibuja un “ordenamiento” de este territorio en el que se configuran espacios que impulsan modelos de educación superior y de universidad que son abismalmente diferentes unos de otros. Desde esta lógica, para muchos sectores dentro y fuera de la universidad, algunas parcelas son más importantes y necesarias que otras.

En ese sentido, la acción social es un territorio en disputa y le resulta incómoda a ciertos sectores de la Universidad que sugieren constantemente revisar su funcionamiento, con el fin de desmantelarla. Nos damos cuenta de que estos discursos se convierten en semillas que caen en suelos fértiles, cuando ante momentos de crisis los ajustes que se realizan debilitan principalmente el trabajo que se realiza desde de este espacio universitario: el del trabajo con las comunidades.

Sin embargo, esta disputa territorial dentro de la Universidad debe comprenderse desde la compleja situación que atraviesa ahora el país. No debemos olvidar que la actual crisis no es solamente de financiamiento sino también de legitimidad institucional, por lo que sostener y fortalecer los puntos de encuentro con los grupos sociales es más necesario que nunca para mantener vigente el ideal de universidad, que tanto ha aportado al país desde su fundación.

Es cierto también que el contexto nos demanda la necesidad de mirarnos y reflexionar sobre nuestra labor, pero esto es una tarea de toda la comunidad universitaria, que debe cada vez más abrir sus puertas y generar espacios y condiciones que acerquen la academia a las personas y poblaciones que más lo requieren.

En esta línea es que trabaja “Defensa Comunitaria del Territorio”, que como experiencia de  Cátedra de Acción Social única en su tipo a nivel regional, reconoce la necesidad de experimentar la academia desde otro lugar posible y apuesta por el desarrollo de  procesos desde la docencia, la investigación y de involucramiento con los grupos sociales marcados por la problematización constante de nuestra función como universidad. Así hace frente a los retos que la propia institucionalidad nos plantea como experiencia sui generis, pero reafirmando siempre que el fin último de nuestro quehacer como universidad es contribuir en los procesos de transformación social, de la mano con las personas que aportan cotidianamente para el mantenimiento de un modelo de universidad que escuche y accione consecuentemente cuando el contexto lo demanda.

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