Opinión

Jornadas de Bioinformática Clínica

En días recientes fui invitado por el Dr. Allan Orozco, pionero de la bioinformática en nuestro país, a las “Jornadas de Bioinformática clínica

En días recientes fui invitado por el Dr. Allan Orozco, pionero de la bioinformática en nuestro país, a las “Jornadas de Bioinformática clínica, hacia la medicina de precisión molecular” que se llevaron a cabo en el auditorio de Inciensa en Tres Ríos, auspiciadas por el Ministerio de Salud, el Consejo Técnico de Bioinformática Clínica con la participación de las Universidades Públicas UCR, UNA y TEC.

La bioinformática podría definirse de manera general como la aplicación de tecnologías computacionales y la estadística de la gestión y análisis de datos biológicos complejos.

Además de expertos nacionales de esas universidades, de la CCSS y de Senasa, participaron investigadores panameños y mexicanos, lo que le dio un gran nivel científico-tecnológico a este encuentro. Desgraciadamente no participó la Escuela de Medicina, desconozco por qué razones.

Mi interés personal se centró en los avances biotecnológicos y bioinformáticos para la identificación y el diagnóstico de enfermedades infecciosas así como para el apoyo de un tratamiento adecuado de esas patologías. No obstante, se expusieron también trabajos sobre bioinformática y cáncer.

Lejos está la época en que los laboratorios y los clínicos solo contábamos con poquísimas herramientas para apoyar nuestro trabajo diario para el diagnóstico y tratamiento eficaz de las infecciones, tales como los frotis y cultivos de muestras clínicas así como algunas técnicas para la identificación de anticuerpos específicos contra agentes patógenos en sangre. Los avances en la biología molecular y la bioinformática, inicialmente herramientas utilizadas solo en laboratorios de investigación de países desarrollados; pero llegaron a nuestro país desde hace varios años y desde las universidades públicas se han puesto al alcance de médicos, veterinarios, microbiólogos, farmacéuticos, etc. con el fin de dar una mejor atención a los pacientes y apoyar a los productores y exportadores nacionales.

De tal forma que conceptos como secuenciación masiva de genes, análisis completo de genomas de agentes patógenos para un mejor diagnóstico clínico-epidemiológico, desarrollo de bacterias que mediante manipulación de sus genoma, puedan ser utilizadas para el tratamiento de infecciones como la diarrea asociada a Clostridiodes difficile, análisis del microbioma humano (anteriormente se denominó flora bacteriana) en diferentes patologías, farmacogenómica, empleo de la células madre y regeneración tisular en diversas entidades clínicas, son muy comunes en la jerga de investigadores de nuestro país porque se han constituido en su trabajo diario.

Algunos de los proyectos de investigación son financiados por las universidades; otros, pienso que por la crisis económica, están en la lista de espera para recibir fondos adecuados. Llama la atención la escasa o nula participación de la empresa privada en el financiamiento de estos estudios, excepto creo que en algunos ocasiones como venta de servicios.

A pesar de los profundos problemas que aquejan a las U públicas, tales como excesivo número de interinos en el personal docente y de investigación (cerca de 60% en la UCR), disminución en los presupuestos de investigación y exceso de trámites burocráticos, altísimos salarios en algunos funcionarios, entre otros, debemos estar de acuerdo en que las universidades públicas producen investigación de altísima jerarquía que repercute en la calidad de vida de nuestra población, así como en la producción nacional.

Por eso duele profundamente que políticos de cafetín, mal informados y de mala fe, pretendan un día sí y otro también atacar de diversas formas, pero principalmente recortando el presupuesto a las universidades públicas, tratando de debilitar el accionar de estas instituciones, en vez de buscar soluciones para enfrentar las dificultades por las que pasan en estos momentos.

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