Se ha visto en los últimos días, y habla de él, que el presidente Carlos Alvarado en el manejo de la crisis por el COVID-19 dejó y deja que otros brillen.
El autocontrol le permite que otros figuren ante la crisis, no se permitió monopolizar la atención de la ciudadanía en el manejo de la situación, aplicando una inteligencia particular que lo diferencia de otros líderes, que actúan en detrimento de sus autoridades científicas y de la inteligencia de su propio pueblo. También, el presidente ha elegido correctamente su equipo, o al menos parte del que ha figurado trabajando arduamente y resolviendo los padecimientos ocasionados por la crisis pandémica COVID-19, al que se le reconoce un manejo asertivo de las explicaciones, pacientes y a veces tolerantes, para agregar valor a sus comunicados.
La crisis de manera disruptiva ha impulsado la creatividad articulando y capitalizando la institucionalidad pública; sus científicos, profesionales, técnicos y alianzas público-privadas tratan de responder y aportar soluciones a las demandas, realizando investigación para la producción de sueros. En once días lograron la reconversión del Cenare en un hospital especializado para casos COVID-19; así como la fabricación de prototipos para ventiladores por parte de universidades, entre otros esfuerzos.
Este virus ha logrado socavar y exponer capacidades insospechadas. Nunca se pensó alcanzar indicadores reconocidos a nivel latinoamericano o mundial en el manejo de la crisis; no se está compitiendo, solo se ha seguido la guía disciplinada y científica que acogieron las personas —acostumbradas a una serie de factores que han logrado entramar una inteligencia social, se puede explicar por el acceso a la educación y a la salud— capaces de tomar decisiones privadas para obtener un resultado en beneficio de la mayoría, como el voto por ejemplo.
Ese “Yo, con los demás” es la razón de la inteligencia social, que permite acoger la disciplina particular para acatar medidas en favor de la totalidad. Aunque no todos, la mayoría se ha responsabilizado por su salud.
El buen manejo de la crisis, en términos de dominio y liderazgo mostrado en los distintos campos, ha elevado la autoestima nacional por el reconocimiento internacional de los resultados obtenidos por Costa Rica, a la vez que ha responsabilizado a la población en la porción que le corresponde, para dar sostenibilidad a esos indicadores, simbiosis que se traduce en un capital positivo a favor del comportamiento y el bienestar de todos en este proceso.
Un pueblo informado es un pueblo educado. Los comunicados diarios se entienden como el respeto a la población; además, alcanzan mayor significado cuando la noticia se transforma en información clasificada de orden científico, con acceso a conocimientos que dan mayor compresión a la pandemia, de la cual sabemos muy poco.
Hay una predisposición de los seres humanos a la empatía, la cooperación y el altruismo (Goleman, 2006) que facilita esa inteligencia social, que se hace palpable cuando se observan las listas con alimentos y las fechas de entrega en las escuelas del lugar para los niños y sus familias. Aun cuando nos embargue un sentido de desconfianza, por aquellos que solicitan lo que no necesitan, o un disgusto con el asistencialismo, al final se activa para bien nuestro sistema de recompensa con la seguridad de que las familias tengan sus alimentos.