Opinión

Instituto Clodomiro Picado: Ciencia para servir

Creado en 1970 y adscrito a la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica, ha sido una unidad académica modelo en los procesos investigativos que se desarrollan en el país y en toda Centroamérica.

El desarrollo científico costarricense cuenta entre sus actores principales al Instituto Clodomiro Picado, el cual está cumpliendo su cincuenta aniversario este mes de abril. Las investigaciones que en él se han efectuado a lo largo de su historia sobre el problema del envenenamiento causado por animales ponzoñosos han permitido la producción de productos farmacéuticos indispensables para salvar la vida de miles de personas no solo en Costa Rica sino en más de treinta países del mundo, principalmente de Latinoamérica y de África.

Creado en 1970 y adscrito a la Facultad de Microbiología de la Universidad de Costa Rica, ha sido una unidad académica modelo en los procesos investigativos que se desarrollan en el país y en toda Centroamérica. Los hallazgos y resultados de sus investigaciones se han difundido en diversos medios y revistas especializadas del mundo, sirviendo como referencia para quienes hacen ciencia en otras latitudes. Y resulta muy loable, como bien lo ha confirmado la Organización Mundial de la Salud, que los productos fabricados se dirigen a favorecer la salud de grupos que viven en condiciones de riesgo, vulnerabilidad e inequidad.

Hoy, en estos tiempos de pandemia que traen temor e incertidumbre, el Instituto es una de las principales fortalezas del país, dado su acervo académico y la disposición de su equipo de investigación para fabricar un medicamento contra el covid-19, tomando como base anticuerpos purificados del plasma de la sangre de pacientes recuperados. Afortunadamente cuenta con los laboratorios, el equipo y la respectiva planta para producir lo que se denominaría suero anticovid-19. Con ello se estaría adelantando a esfuerzos que realiza el Reino Unido con otras investigaciones para determinar si las transfusiones de plasma de convalecientes podrían ayudar a la supervivencia de personas contagiadas.

En esta iniciativa también participan el Ministerio de Salud, la Caja Costarricense de Seguro Social y el Ministerio de Ciencia y Tecnología, cada una de estas instancias aportando estrategias y formas de apoyo para que finalmente se alcance el objetivo y el medicamento sea debidamente autorizado. Este hecho es crucial en un momento donde las alianzas institucionales posibilitan dar pasos de gran envergadura en el ámbito de la salud. Sin duda, uno de los factores que también resultarán claves será la colaboración de pacientes recuperados, quienes voluntariamente podrán concretar un gesto solidario y salvador para la población costarricense.

El Instituto es motivo de orgullo para la ciencia nacional, debido a su imponderable aporte con la producción sueros antiofídicos y más lo será si en el corto plazo logra crear el suero anticovid-19. Seguirá salvando vidas. Pero para ello, el país deberá fortalecer sustantivamente los recursos para la investigación y el desarrollo, y decidir con abosluta claridad que muchos de ellos hoy prioritamente deben dirigirse al campo de la salud. El Instituto ha demostrado pertinencia y reforzar su trabajo implica abrir la puertas para investigaciones innovadoras que impactarán favorablemente a diferentes poblaciones del mundo.

Hoy, el Instituto representa la esperanza inmediata para miles de familias costarricenses, máxime que las autoridades sanitarias continúan haciendo un llamado a reforzar las medidas que se han aplicado, ya que controlar la curva del covid-19 podría llevar meses. Como baluarte de la ciencia nacional, no trabaja para solo para el presente ni para Costa Rica; rinde homenaje a su inspirador, don Clodomiro Picado, para quien la ciencia no tenía fronteras y su fin superior era servir a la humanidad.

 

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