El 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer, pero la defensa de sus derechos se volvió selectiva. Bastaban las imágenes filmadas por los terroristas de Hamás el 7 de octubre de 2023 para saber que decenas de mujeres habían sido masacradas, ultrajadas y violadas durante el ataque al Festival de Música que se realizaba en el desierto al sur de Israel, con la presencia de 260 jóvenes de varias nacionalidades.
Una escena en particular fue horriblemente impactante: la de una joven semidesnuda de cuyos genitales brotaban hilos de sangre, cuando era empujada por varios hombres a un automóvil que de inmediato partió hacia su refugio en Gaza. Enseguida, el mundo pudo observar en vivo y a todo color cómo varias de estas jóvenes mancilladas, sangrantes y semidesnudas eran exhibidas como trofeos de guerra marchando por las calles de la ciudad ante una multitud enardecida por el gozo.
Tuvieron que pasar casi seis meses para que ONU Mujer o algunas de las organizaciones financiadas para la defensa de los derechos para la mujer se dieran por enteradas o se pronunciaran al respecto. Ni Me Too, ni las ONG y mucho menos los “colectivos femeninos”. De pronto, la defensa de los derechos de las mujeres se volvió selectiva.
Hoy finalmente Naciones Unidas rinde el informe que hoy leemos en la prensa y del cual, aún con escepticismo, esperamos una reacción.
El informe corrobora la agresión sexual utilizada como arma de guerra: “…en la mayoría de estos incidentes, las víctimas sometidas primero a violación fueron luego asesinadas, y confirma “clara y convincente que ocurrió violencia sexual, incluyendo violación, tortura sexualizada y tratos crueles, inhumanos y degradantes contra algunas mujeres y niños durante su tiempo en cautiverio y tiene motivos razonables para creer que esta violencia puede estar en curso”.
Actualmente hay 134 rehenes con “motivos razonables para creer que esta violencia puede estar en curso” (palabras del informe), y aun así se pretende que Israel desista de la protección de sus ciudadanos…