Opinión Luis Enrique Garita Bonilla

In memoriam

La Universidad de Costa Rica lamenta profundamente el fallecimiento del Dr. Luis Garita, quien desde inicios de su carrera estuvo ligado a nuestra alma máter

La Universidad de Costa Rica lamenta profundamente el fallecimiento del Dr. Luis Enrique Garita Bonilla, quien desde el inicio de su carrera profesional estuvo ligado a nuestra alma máter. En los anales de nuestra institución, prevalecerá su memoria y su ejemplo proliferará a través de las enseñanzas y cultura que transmitió a múltiples generaciones. De talante firme y crítica aguda, don Luis será recordado como un miembro sobresaliente de nuestra comunidad universitaria, con la cual siempre estuvo involucrado desde cualquiera de sus facetas.

Precisamente, ver a la comunidad universitaria reunida en esta situación de dolor, irradia fraternidad y cohesión. En estos momentos de duelo institucional, intentaré señalar, en medio de la aflicción de esta pérdida y como un homenaje a su vida, sus logros y sus luchas, muchas de las cuales nos han permitido contar con una Universidad verdaderamente autónoma y respetada.

Don Luis Garita creció en el seno de una familia con fuerte arraigo a la tierra, lo cual lo enorgullecía y posteriomente en su vida rescataría al reflexionar acerca de su amor por la patria. Su abuelo y sus padres le inculcaron el amor por la educación como un pilar de su crianza. En sus múltiples papeles en la administración universitaria y pública, siempre demostró con acciones y no solo con discursos, la importancia que la educación tenía –y sigue teniendo- en el desarrollo de una sociedad y de un país.

Estas perspectivas –el amor por la patria y la estima por el valor de la educación- fueron fundamentales durante su vida. A su paso por la Universidad de Costa Rica, así como por otras instituciones públicas, estos siempre fueron los estribos de gestiones firmes y consecuentes, caracterizadas por las acciones que nuestro propio Estatuto Orgánico orienta para nuestro quehacer: contribuir con las transformaciones que la sociedad necesita en la búsqueda del bien común.

Esto significó que pusiera siempre los intereses universitarios y sociales antes que los suyos. Sus estudios de leyes le inspiraron la noción de que la Universidad forma parte de un proyecto de Estado Social de Derecho aún vigente, y que el vínculo entre la academia y la sociedad es fundamental para poner el conocimiento siempre a servicio y disposición de las personas, especialmente aquellas más vulnerables. Asimismo, sus estudios en economía le permitieron definirse como uno de los economistas y administradores públicos más conocidos y reconocidos en nuestro país y allende nuestras fronteras, para quien las cifras no eran solo números, sino que se traducían en razón y sensibilidad para comprender la situación de un país en crisis y con aspiraciones a acercarse al resto del mundo. De allí su gran interés y compromiso con la economía social, a la cual le dedicó gran parte de su vida. Los efectos de este juicio son perceptibles aún hoy.

Su visión fue siempre más allá de su realidad inmediata. Habiendo tenido la oportunidad de instruirse en Estados Unidos, Francia y Brasil, su visión de la realidad se amplificó y comprendió que Costa Rica debía ser conocida más fuertemente en el contexto internacional. No es difícil comprender esta visión ahora, cuando vemos los productos de una fuerte inversión en capital humano y natural para el progreso de nuestra nación a lo largo del tiempo. Sin embargo, en su época, don Luis fue una voz con una idea nueva, con una mirada tajante en medio de la crisis, y defendió firmemente la inversión en educación y en las personas, pues conocía su valor y potencial, a pesar de las adversidades del contexto. Esto, hoy en día, es admirable; se lo debemos a sus convicciones.

En esta línea, como rector de la Universidad de Costa Rica, se enfrentó a una férrea discusión en defensa del presupuesto público para la educación superior, que hoy conocemos como Fondo Especial para la Educación Superior (FEES). Señalaré una anécdota que se rescata de una de las múltiples e intensas negociaciones con el gobierno de la época al respecto; tras más de cinco horas de discusión en el Ministerio de Educación Pública, y al ver que la propuesta era inadmisible para los propósitos de las universidades públicas, se levantó y dijo “hoy ya no tenemos más de qué hablar, nos vamos de aquí”. La acción de una persona de tal firmeza y consistencia, nos permite hoy gozar de la certeza de que miles de estudiantes de las universidades públicas de nuestro país tienen una beca y la posibilidad de ingresar y culminar sus estudios superiores.

Durante su gestión como rector de nuestra Universidad, se firmó por primera vez un convenio quinquenal del FEES, lo cual le brindó mayor seguridad y estabilidad a las instituciones de educación superior pública estatal. Se inauguró la red Bitnet, predecesora de Internet, y luego se dio el salto a esta misma red de comunicaciones que ha revolucionado toda la académica y social. Se creó el Instituto de Investigaciones Agrícolas con el fin de articular la respuesta institucional hacia los problemas y las necesidades de la producción nacional en ese campo; así mismo, se creó el Centro de Investigación en Desarrollo Sostenible, con el cual la UCR lanzó un claro mensaje de solidez institucional ante las crisis ambientales. Además, se sentaron las bases de lo que luego sería el Comité Ético Científico de nuestra Universidad, y se destinó un porcentaje del presupuesto institucional a la renovación de equipo científico tecnológico, entre muchos otros logros.

No quiero dejar de mencionar una gestión que considero trascendental y es el hecho de que se debe a la intercesión de don Luis Garita que la autonomía universitaria les haya sido reconocida constitucionalmente a las otras universidades públicas estatales.

Su sensibilidad repercutió incluso fuera de nuestras fronteras. En una época marcada por los intensos pensamientos de la Guerra Fría, su voz se escuchó también como promotora de la paz en la región. “La paz en Centroamérica es posible”, solía decir. Hoy, la paz por la que clamó don Luis es una paz que seguimos añorando; los conflictos quizá han cambiado, y hay algunas luchas nuevas, pero en el fondo, esta es una deuda que tenemos con los pueblos de nuestra región, y en su memoria, debemos abogar por que este principio se mantenga en nuestros quehaceres.

Don Luis Enrique Garita ocupó distintos cargos universitarios y públicos, tanto en la Universidad de Costa Rica, en la Universidad Nacional y en la Universidad Estatal a Distancia, como en el Ministerio de Planificación Económica, el Banco Popular, la Corporación Costarricense de Desarrollo, y el Colegio de Profesionales en Ciencias Económicas, entre muchos otros. Pero en todos ellos, esta visión siempre se mantuvo presente y tuvo impacto en su quehacer.

Quien fuera un gran apasionado del arte, disfrutaba enormemente de la música clásica y la costarricense. Pero quizá en sus círculos cercanos fue más conocido por su afición al deporte, en particular hacia la Liga Deportiva Alajuelense. Su estela académica y política también brilló en esta área, habiendo sido seleccionado nacional como portero, acompañado por figuras como Mario el ‘Flaco’ Pérez y Errol Daniels, entre otros. Su paso por el Colegio Saint Francis le marcó profundamente, no solo desde sus estudios sino también por el impulso que sus instructores le dieron en el ámbito deportivo. Aunque esto siempre le enorgulleció, entendió que la academia era su verdadero campo de acción, y así lo ejerció con entereza, lo cual se plasmó en los múltiples cargos de alta responsabilidad que asumió.

Acomodándose los lentes y tocando su bigote, solía hacer comentarios sumamente atinados en cada una de las esferas en las que se desempeñaba y por las cuales se interesaba. Incluso, en la esfera deportiva. (Abro comillas) “Vamos bien, vamos bien; ahora solo tenemos que esperar que el otro equipo se equivoque y ya estamos en el mundial”, dijo en algún momento, en tono jocoso. Este intelectual era un ávido lector de la lengua francesa, y no escapaba de sus manos un periódico o artículo que no quisiera comentar, siempre con un profundo análisis y haciendo gala de sus múltiples conocimientos.

Agradezco, en nombre de nuestra institución, la presencia de ánimo en memoria de un hombre cuya vida al servicio de la Universidad de Costa Rica será siempre recuerdo y gratitud para la comunidad universitaria.

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