Opinión

Hidroeléctrica Reventazón: ¿Energía verde?

Se asegura y repite, sin mayor contexto o verificación, que la hidroelectricidad es “verde” o “limpia” y que el PH Reventazón

Se asegura y repite, sin mayor contexto o verificación, que la hidroelectricidad es “verde” o “limpia” y que el PH Reventazón es un ejemplo de cuido “ambiental.” Pero los hechos demuestran otra cosa: ¿Dónde están “las mejores prácticas internacionales” cuando una medida tan simple como retirar la materia vegetal de los sitios de inundación como árboles no se realizó en su mayoría,  y gran parte de los 250 mil árboles y vegetación de las casi 300 hectáreas de bosques del total de las más de 1.000 ha inundadas, hoy están emitiendo miles de toneladas de metano y contribuyendo al calentamiento global?

Las mejores prácticas no son otra cosa que las que el Banco Interamericano de Desarrollo determine (¿o se le ocurra?) y que exige como condición para sus préstamos. Esas prácticas, que además, el ICE nunca ejecutó para la mayoría de proyectos que construyó y que tampoco vemos en su operación actual o de cara al futuro.

La propaganda del ICE busca justificar y presionar el arranque, a cualquier costo, del PH Diquís y venderse como una transnacional, en un contexto regional donde la hidroelectricidad es sinónimo de miles de afectados directos y más de 50 activistas asesinados entre el 2000 y 2016, entre los más conocidos el caso de la activista hondureña Berta Cáceres (Diario Extra, 09-8-2016).

La deuda ecológica histórica que tiene el ICE, y otros operadores del país, suman unos 60 proyectos hidroeléctricos construidos. Si el criterio de compensación exigido por el BID se aplicara,  el que dice que por una cuenca de sacrificio, es decir represada, debe ser compensada con la conservación de otra en condiciones naturales, esto implicaría no construir represas en, al menos 60 cuencas. La realidad es otra.

Lo que existe es maquillaje verde y propaganda. Cuando dicen que se “reforesta”, lo que sucede en su mayoría es que se regalan árboles, cosa muy distinta al largo proceso que significa reforestar.

Por otro lado, el uso de publicidad que induce al error, cuando el ICE dice que el PH Reventazón va a generar electricidad para 525.000 hogares costarricenses, induce a pensar que existen miles de hogares que necesitan electricidad y no la tienen y que esta necesidad la solventará este proyecto;  sin embargo, estudios del ICE de 2015 aseguran que en nuestro país existían para ese momento 1.275.148 viviendas ocupadas de las cuales solo 8.999 no tenían electricidad, para una cobertura del 99,29%. ¿Cuánto entonces estamos exportando y cuánto de esa electricidad está subsidiando y respaldando los proyectos privados que no generan en verano en el caso de pequeñas represas o proyectos eólicos, cuando no hay viento?

De esta campaña publicitaria también surge la pregunta si todos estos permisos, protocolos y medidas se seguirán aplicando en el futuro. ¿El ICE gastará millones insistiendo en proyectos sin ninguna viabilidad socioambiental en comunidades como Acosta, los Santos, Coto Brus, Pacuare, Duchi, Talamanca, Quepos, donde se le ha pedido al ICE que salga de sus ríos?

La diferencia entre actuar como una transnacional o reinventarse como empresa nacional defendible de los ataques neoliberales tendrá que ser sopesada por el “iceísmo”. No obviar que  gracias a las luchas de las comunidades, ecologistas, academia crítica y sectores sociales se ha logrado que el ICE tenga una Unidad de Gestión Ambiental o que se abra a la participación social para reconocer los derechos comunitarios y de pueblos indígenas.

La conciencia ambiental del ICE nace por su deuda ecológica, por la presión social, por las luchas de las comunidades, indígenas, ecologistas y por funcionarios que desde adentro ven la crítica como una oportunidad de lograr cambios y mejorar.

Lo sustantivo y concreto es que el mundo sigue en caída libre y viviendo un colapso socioambiental, climático, inclusive civilizatorio. Y más allá de muchos datos y números, los impactos ambientales de los proyectos hidroeléctricos son innegables, evidentes y en muchos aspectos irreversibles; por eso el ICE tiene que caminar más rápido a convertirse en una institución de infraestructura y energía nacional que se diversifique y se actualice, superando la especialización en la hidroelectricidad, y liderando verdaderas energías “verdes”, y propicie un menor y más eficiente consumo energético.

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