Opinión

El guiño del Presidente

Después del gobierno de Rodrigo Carazo Odio (1978-82) y hasta el actual de Luis Guillermo Solís (32 años después)

Después del gobierno de Rodrigo Carazo Odio (1978-82) y hasta el actual de Luis Guillermo Solís (32 años después), todas las administraciones –enmarcadas en el bipartidismo neoliberal, mejor conocido como PLUSC- se dedicaron a hacer flacos favores a la cacareada democracia burguesa de criollo perfil, impulsada por las rencillas caudillescas lideradas por José Figueres Ferrer a partir del conflicto bélico de 1948. Todos esos gobiernos (8 en total) se caracterizaron por su complacencia con el estilo cleptócrata de manejo de la cosa pública.

Como aquí no hay espacio para la enumeración y descripción de todos los actos ejecutados por la corruptela bipartidista en dicho período, me limito a señalar los más notables: el asalto al fondo de emergencias durante el gobierno de Luis Alberto Monge Álvarez (1982-86); la entrega de la telefonía móvil a Millicom en la administración Óscar Arias Sánchez (1986-90); (Calderón Fournier, que gobernó con doble discurso ambientalista entre 1990 y 1994, cargó baterías cleptoenergéticas para años después); los golpes bajos al bienestar social y a la economía en el gobierno de Figueres Olsen (1994-98) con el robo a Fodesaf, el despojo de las pensiones a los educadores y el cierre de los ferrocarriles; los casos Caja-Fischel e ICE-Alcatel en el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez (1998-2002); la entrega de la revisión vehicular a Riteve por parte de Abel Pacheco (2002-06), pero que venía fraguándose desde gobiernos anteriores; más el TLC impulsado por la administración Pacheco e impuesto por Óscar Arias (2006-10) mediante el fraudulento referendo del 2007; y por último, los chorizos de Laura Chinchilla (2010-14) con la trocha fronteriza y la carretera San Ramón-San José. No sería ocioso inferir que semejante historial cleptocrático (los casos más sonados) deriva de la escuela del caudillo que un día usó fondos públicos para comer confites.

Así las cosas, y dada la realidad objetiva de que el actual Presidente, don Luis Guillermo Solís, no se percató del mandato que más de 1,3 millones de electores le conferimos en 2014 sino hasta dos años después, cuando envalentonado optó por dar un espaldarazo a la democracia socialista del siglo XXI en Latinindia, retirándose digna y abruptamente del salón de sesiones de la ONU en setiembre de 2016, cuando el presidente de facto de Brasil, Michel Temer, pronunciaría su discurso en dicho foro. Valga acotar que talvez el acto de protesta del Presidente de Costa Rica y su delegación no hubiese trascendido los corrillos de la ONU si tras sus pasos no hubieran salido las delegaciones del ALBA.

La gestión de Solís enfrentándose a “Otto” (huracán) en noviembre del año pasado, invirtiendo honrada y fiscalizadamente en infraestructura escolar, caminos y programas sociales, más la transparencia en el manejo de los “cementazos” –que traían cola-, le permitiría hoy –diría yo-, no obstante el apoyo brindado al actual candidato del PAC, hacer un “guiño” a sus electores del 2014 (más los simpatizantes de izquierda que se sumaron cuando lo del ALBA en la ONU) para que en 2018 su voto se mueva más a la izquierda (aunque la que tenemos en el Frente Amplio no pase de ser reformista y trastocada de ingenuidad ideológica).

Lo planteado no sería en vano, porque imagínense ustedes, amigos lectores, que en 2018 llegara otro presidente a acomodarse por dos largos años; o peor aún, que regresase al poder el neoliberalismo del PLUSC reforzado por el Movimiento Libertario.

Suscríbase al boletín

Ir al contenido