Opinión

Guanacaste: Bienes Ambientales, potencial atrapado

El conocimiento en general es un bien de libre acceso; es decir, la exclusión no es técnicamente posible o muy costosa para evitar libre acceso

 

El conocimiento en general es un bien de libre acceso; es decir, la exclusión no es técnicamente posible o muy costosa para evitar el libre acceso. En otras palabras, para privatizar el bien se ponen barreras institucionales, básicamente el derecho de propiedad intelectual.

Guanacaste produce bienes de “libre acceso” en nuestra realidad ambiental, que ayudan a regular el clima  y sin los cuales la vida en nuestra provincia y país sufriría un grave deterioro. Pese a ello, los mayores contaminadores locales (ingenios azucareros, empresas trasnacionales, mega proyectos hoteleros y otros) no pagan nada por consumir estos bienes o servicios ambientales, (ríos, viento, rayos solares, fauna, flora, materias primas, cultura, folclore) y algunas veces se cree que la generación de bienes ambientales no tiene ningún costo. La realidad es que esa generación puede ser muy costosa, no en cuanto a costos directos, sino a lo que renunciamos por mantener esos activos naturales. Como decía un profesor en mis años de formación en la carrera de psicología “costo de oportunidad”. La característica del conocimiento es que si lo intercambiamos con otros conocimientos, siempre tendremos acceso a más conocimiento para todos.

Actualmente, muchos exigen sin ninguna solvencia moral, el acceso al agua. En Guanacaste, por ejemplo, existen empresas que están ligadas a los canales de riego (Cañas) de todos los costarricenses y guanacastecos; esto es alarmante. “Los productores de arroz pagan ₵74.655 por hectárea al año, es decir ₵6.221 por mes, y los que producen caña de azúcar pagan ₵56.487 por hectárea al año, y por mes ₵4.707”, Senara y Aresep (2017). ¡Pero no pagan por el consumo del agua!

Ay… ¿Y ahora quién paga?  ¡Dijo la Bochorno!

Solo compensando el consumo de nuestros bienes ambientales, no tendríamos más necesidad de financiamientos para el desarrollo de la provincia. Pero esto solo daría efecto si estas compensaciones, que corresponden a aportes de las empresas, quedaran en las arcas municipales de Guanacaste.

Esto se podría hacer mediante la elaboración de incentivos e impuestos a empresas que explotan o consumen nuestros bienes naturales para lucrar. Este incentivo se emplearía para conservar las playas, ríos, volcanes, lagos, fauna, flora y folklore de Guanacaste; es decir, la dinámica turística se debe al atractivo natural y nadie paga por la conservación de estos atractivos naturales y culturales. Queda evidenciada la dependencia que tiene nuestra economía local de la explotación de estas bellezas mediante el turismo, y no existe en ninguna municipalidad de Guanacaste o alguna iniciativa relacionada con el cobro de un impuesto por la conservación ambiental local y cultural.

La idea fundamental para cualquier discusión de sostenibilidad es la conservación en provincias  pobres y con desempleo como Guanacaste, y no será posible si esta no genera claras mejoras en el nivel de vida de nuestra población Guanacasteca. Con el aporte de las empresas sería posible invertir en mejorar infraestructuras en Parques Nacionales, en las playas, ríos y montañas. Habría dinero para invertir en cultura de manera efectiva y directa.

Además, en relación con la generación de energía hay que tener lógica, ¿dónde se encuentra la mayor Matriz Energética Renovable?  En Guanacaste, y no recibe de sus usuarios ningún tipo de compensación por esa generación de energía renovable (sin ningún costo por el uso del bien ambiental de libre acceso). Así pues, nuestros recursos naturales están siendo consumidos por enclaves privados, extranjeros y el ICE.

El acceso a las nuevas tecnologías es vital para mitigar los efectos adversos del cambio climático y la pobreza. Las tecnologías que mitigan el cambio climático se deben declarar como bienes públicos, para garantizar el libre acceso para toda la población Guanacasteca.

Lamentablemente la justicia es tan solo la conveniencia del más fuerte. (Trasímaco)

 

 

 

 

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