Opinión

Grito por la dignidad de la mujer

Pues sí, también hay mujeres que no saben atenerse a cuatro valores en la vida: acabo de leer (en diagonal,

Pues sí, también hay mujeres que no saben atenerse a cuatro valores en la vida: acabo de leer (en diagonal, porque no aguanto ese tipo de lecturas) sobre una madre aquí, condenada a varios años de cárcel por abandonar a sus hijos, lo cual apuró la muerte de uno. Pero por lo general, somos los varones los que fallamos, y mucho más. Ocurre en todas las culturas, y resulta secular… pero por estos lares, junto a un machismo exacerbado, prevalece una mamitis patológica.

Bueno, repartamos culpas: ya mencioné lo histórico, hereditario. Añado un concepto periodístico de la mujer como mercancía: con la suscripción de mi periódico llega regularmente una revista que no hojeo, porque se limita a la exhibición de la misma como objeto que, para peor, se cree liberada por “las uñas de Suly”, la ropa interior de tal o cual marca, la pose y…. “charita” todo un mundo mental-vacío que indujeron en el ambiente.

Las dizque redes “sociales”, en muchos casos verdaderas cárceles del pensamiento, en vez de ayudar a liberarnos como seres humanos, en no poca medida contribuyen a encadenar aún más a la mujer en vivencias predeterminadas por el circuito comercial. Total, a pesar de que desde los años sesenta la mujer tiene la posibilidad de decidir ella si procrear o no y con quien, aquello -hito científico y potencial liberación de ella- en no pocos casos se ha transformado en un libertinaje donde asistimos a lo que constatamos todos los días: una paternidad aún menos responsable y eventuales hijos a la deriva. Y yo que pensaba que la familia era la cuna del humanismo…

Uno, ingenuo, esperaría que destacados líderes en el concierto mundial dieran línea en función de su nación y el mundo. Pues no: muestra morbosa de lo anterior la acabamos de corroborar con un presidente de un país suramericano, de cuyo nombre no quiero acordarme, orgulloso de su trofeo, una mujer décadas más joven, que él siente que debe exhibir en lo que el machismo francés conoce como “sea hermosa y cállate”: la mujer-florero, maceta en el patio. Horror.

Que el presidente de una importante nación europea esté casado con una mujer mayor que él y que no tengan hijos… ¿acaso es un crimen de lesa humanidad para el generalote que los maltrató a los dos, precisamente por esos aludidos medios? No contento con su grosería inicial, el funesto personaje suramericano en cuestión acaba de insultar a Michèle Bachelet y a su padre, ella expresidenta de Chile y ahora destacada personalidad en la lucha por los Derechos Humanos en Naciones Unidas. Pasos atrás se están dando:  respeto mutuo nos debemos varones y mujeres (todos salimos de una mamá), pero luego, más triste se pone el caso considerando que la función de primera dama (o de caballero correspondiente), si bien no surgida de las urnas, podría ser, fue en más de un caso, bastión de progreso. Pienso en el documental que Mercedes Ramírez está elaborando sobre Yvonne Clays, doble víctima de su marido, presidente en los años 40-44, y de una opinión pública mantenida en crasa ignorancia.

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