Opinión

Gregorio José Ramírez y Juan Rafael Mora, nuestra patria

Ambos fueron personas de su tiempo, comerciantes, actores sociales, políticos y militares de su época, dos libertadores y héroes nacionales

Ambos fueron personas de su tiempo, comerciantes, actores sociales, políticos y militares de su época, dos libertadores y héroes nacionales que merecen la gratitud y los más altos honores de nuestra memoria histórica presente y activa a perpetuidad.

Sus acciones de libertad e independencia corresponden a dos periodos distintos, definitorios y significativos de nuestra evolución política, republicana y democrática. Hoy somos lo que ambos en sus circunstancias y acción política nos heredaron.

Ramírez 1821 – 1823. Fue columna vertebral para que Costa Rica se independizara de España y se mantuviera autónoma y en dominio de su voluntad soberana, firmó el Acta de Independencia Absoluta el 29 de octubre de 1821, luego la defendió a muerte en la primera guerra civil costarricense en 1823, restaurando la independencia. Cuando tuvo el poder completo político y militar, pudo convertirse en el primer dictador del continente americano, pero escogió el luminoso camino de entregárselo a las autoridades civiles, sentando un precedente cívico y democrático sin parangón en la historia continental. Gregorio José Ramírez, Padre de la Independencia de Costa Rica, sacrificó su vida personal por el bien público. Héroe, libertador y benemérito.

Mora 1856 – 1857. En otro periodo y contexto, tuvo la visión del peligro que representaba para nuestro país el hecho indiscutible de que fue Nicaragua quien contrató, a través de uno de sus grupos políticos, sociales, económicos y militares en pugna por el poder (León y Granada) a un soldado de fortuna, mercenario militar de la época llamado William Walker, cuyo ideario completo era el esclavismo, el cual pretendió imponer primero en Nicaragua y de ahí extenderlo a otros países circunvecinos. Fue llamado, contratado y pagado por Nicaragua para que participara en sus conflictos militares en favor de uno de sus bandos, haciéndose con el poder militar al ser nombrado y ratificado como Comandante del Ejército de Nicaragua, cargo que aprovecharía para montarse en la cresta de su ambición, luego fue Presidente Constitucional.

Cuando Costa Rica enfrentó militarmente a los filibusteros en Santa Rosa el 20 de marzo de 1856, en realidad se estaba enfrentando al ejército de Nicaragua, lo mismo ocurrió en  Sardinal el 10 de abril de 1856, que es de importancia capital para frenar a Walker y el esclavismo que pretendía imponer en Costa Rica. Mora frenó la corriente esclavista en todo el continente americano, consolidó la independencia decretada el 29 de octubre de 1821, sacrificó su vida personal por el bien público. Héroe, libertador y benemérito.

Tanto Ramírez como Mora se rigieron por principios inclaudicables de independencia y libertad para Costa Rica, aplicaron su formación política al servicio de la patria como adalides constitucionales, republicanos y democráticos.

En 1975, el entonces Presidente Daniel Oduber y su Ministra de Educación y Cultura, señora Carmen Naranjo, firmaron el Decreto 5303-E, donde se confirma y reafirma la declaratoria de nuestra independencia el 29 de octubre de 1821.

Gregorio José Ramírez y Juan Rafael Mora murieron en condiciones deplorables y vergonzosas. Poco a poco emerge la grandeza de su obra, dos luchadores de carácter férreo, dos costarricenses que no tuvieron miedo, creyeron en su presente sacrificado, como consta en los registros históricos, para darle futuro cierto a su patria, la nuestra. Comprendieron de manera eficaz que no se podía volver a fueros esclavistas del pasado, que la soberanía era un ejercicio directo de acción, de leyes, de armas, cuando hubiera que tomarlas. Se entregaron por completo, pagaron con sus vidas, pero en su respiro final tuvieron conciencia clara de lo que habían hecho, de lo que nos heredaban, del futuro que habían avizorado para Costa Rica, única patria, única bandera, único himno nacional.

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