Opinión

Gobierno sin partido

Extraña situación, supongo que pasa factura; no obstante, existió el esfuerzo que se hizo desde la campaña del 2022. Reconozco que el movimiento del actual presidente Rodrigo Chaves Robles venía arrasando en la captura de adeptos e intención de voto, pero… carecía de esa plataforma de lanzamiento que es la estructura de un partido, adecuadamente formado. Tengo para mí que se trató de integrar una coalición con grupos emergentes y no prosperó, luego se acudió a una agrupación minoritaria, extracción de la política tradicional, y, asumo, “pegó con cerca”. Ya en el poder y, al no poder quedarse con el partido que los llevó, ahí, donde están, un “taxi” alquilado, como dijo alguien, entonces, se dieron a la tarea de la formación de uno propio, en dos ocasiones se fracasó y, ya a medio “río”, “no se debe cambiar de caballo”. Creo que un partido significa para la gobernanza un gran soporte, un “andamiaje” de dirigencia, a lo largo y ancho del país, con criterios y pensamientos afines, no dudo que se pudo recurrir a eso desde el inicio, solo había que bajar de la nube del engreimiento y revestirse de humildad.

Esto trajo consecuencias, con respeto digo que los medios de comunicación inducen a confusión cuando se refieren al “partido en el gobierno” o “fracción oficialista” y otros términos que no se ajustan a esta realidad. Peor aún, en la escogencia del gabinete y puestos de confianza en instituciones descentralizadas, admito que faltó tiempo, pero… ya fuere por concurso de antecedentes o consenso, hubo yerros propios de principiantes y que se han querido resolver con el paso del tiempo, perdiendo, así, hasta la mitad de su gestión.

Tampoco apruebo el modo como se defenestró a los  ocupantes de esos puestos, con reprimendas y amenazas en público, tal como: “Si quiere, yo cuento” o “quien no se someta lo decapito”, pretendiendo cruel, indigna e innecesariamente vilipendiarles. Algunos temas salen a la luz pública y otros más se ocultan. Veamos lo más reciente: la salida del exministro de Obras Públicas y Transportes, alguien que nos diga ¿qué hacía en Canadá cuando le llamaron vía telefónica para separarlo del cargo?, regresa y declara su autoexilio para “subsistir…”, o sea, tiene trabajo, ahí, a donde regresa de inmediato además, de esa nacionalidad. Más triste, aun, el caso de la exministra de Niñez y Adolescencia, humillada, que tuvo que salir despavorida y enferma y menos mal que igual tenía doble nacionalidad. ¿Será requisito ahora?

Sigo creyendo que esto es producto de la proliferación de partidos y candidatos que obliga al votante a elegir al menos peor, aunque esté a años luz del perfil ideal. Habrá que pensar en una purga, por ejemplo, ¿cómo pueden participar partidos que han sido condenados por estafa al erario público? Libertario, Accesibilidad sin Exclusión y Acción Ciudadana. Otros que se improvisan en vísperas de una contienda, ojalá una norma que, si no tienen un año, no participan, y aquellos que se formaron se presentaron una vez y ahí siguen archivados, finalmente aquellos que no ganan nada en una y otra elección. En fin, buscar soluciones.

 

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