Opinión

¿Hay futuro en el sueño de Inglaterra?

La decisión de este 23 de junio puede significar que el Reino Unido tal como ha existido hasta ahora se verá destazado.

“There is no future in England’s dreaming”
Sex Pistols

Las voces de derecha y extrema derecha británicas ganaron el referendo sobre la salida de la Unión Europea (UE) a partir de un discurso construido alrededor de términos como “independencia” y “control de nuestras fronteras”.

La salida de la UE es un proyecto del más exacerbado nacionalismo que encontró apoyo en medios de comunicación como The Sun, un diario ultrasensacionalista, promotor de xenofobia y racismo que resulta ser el más leído en el Reino Unido y además, es parte de la constelación de estrellitas del imperio mediático de Rupert Murdoch.

Sin embargo, aún cuando las sonrisas no se han borrado de la faz de los líderes políticos nacionalistas que impulsaron este resultado –como el populista Nigel Farage del Partido por la Independencia del Reino Unido (UKIP), o el exalcade de Londres Boris Johnson, del mismo Partido Conservador del primer ministro David Cameron- emerge con claridad la posibilidad de que, en un giro más que irónico de la historia, la decisión de este 23 de junio pueda significar que el Reino Unido tal como ha existido hasta ahora se verá destazado.

ESCOCIA MIRA HACIA LA INDEPENDENCIA

Si bien los resultados del Reino Unido favorecieron la salida de la UE 52% contra 48%, en Escocia el resultado fue radicalmente opuesto: el pueblo escocés votó 62% a 38% por quedarse.

Es preciso recordar que el 18 de setiembre del 2014 se realizó el referendo sobre la independencia de Escocia, cuyo resultado después de una dura campaña electoral fue de 55% en contra de la independencia y 44% a favor.

Un elemento clave en la definición de ese resultado fue el compromiso asumido públicamente por los llamados partidos de Westminster de conceder a Escocia un mayor grado de autonomía –identificado como “devolución de poderes”-, particularmente con potestades fiscales y de manejo de su política internacional, si el resultado del referendo era contrario a la independencia.

Sin embargo, la arrogancia triunfalista y estulticia política de Cameron lo llevaron el 19 de setiembre a comprometer el cumplimiento del compromiso de devolución a la aprobación de legislación similar en el Parlamento de Westminster.

Con ello cientos de miles de votantes se sintieron traicionados, el independentismo escocés liderado por el Partido Nacional Escocés (SNP) –que de otra manera habría sufrido un retroceso brutal de cara a la derrota- cobró nuevos bríos que lo llevaron a una aplastante e incontestable victoria en las elecciones para el Parlamento británico en mayo del 2015.

Si bien en elecciones posteriores al Parlamento Escocés el triunfo del SNP no fue tan abrumador, lo cierto es que ya conservadores ni laboristas hacen tambalear el ejercicio del poder de los independentistas escoceses.

Este 24 de junio del 2016, tras pocos minutos de conocerse el resultado del referendo sobre la salida de la UE, la Primer Ministra de Escocia Nicola Sturgeon expresó que “Escocia ve su futuro en la UE”.

Posteriormente fue aún más enfática al aseverar que “la opción de un segundo referendo debe estar sobre la mesa y está sobre la mesa”. Detalló que en un plazo de tres meses el gobierno británico invocará el Artículo 50 del Tratado de Lisboa y que la concreción de la salida del Reino Unido se dará en un plazo de dos años.

“Si el Parlamento juzga que un segundo referendo es la mejor o única manera de proteger nuestro lugar en Europa, debe tener la opción de realizarlo dentro de ese margen de tiempo”, sentenció.

DE NUEVO, LA CUESTIÓN IRLANDESA

En Irlanda del Norte el resultado del referendo fue 55% a 44% a favor de mantenerse en la UE, lo cual abre las puertas a un contexto complicado en vista de que el mismo Cameron hace pocos días reconoció que de concretarse la salida del Reino Unida de la UE, se deberían reinstalar controles fronterizos entre la República de Irlanda e Irlanda del Norte, además de que incidiría en el libre tránsito de la ciudadanía norirlandesa al Reino Unido.

El restablecimiento de esos controles es un tema particularmente delicado. Durante décadas la separación del resto de Irlanda constituyó la base de un duro conflicto armado que encontró fin en los acuerdos de Viernes Santo, aprobados por la población mediante un referendo en 1998.

De acuerdo con un artículo de la periodista norirlandesa Kathryn Gaw publicado en The Guardian, desde entonces, esa provincia del Reino Unido ha disfrutado de una paz relativa -pues sobreviven algunos grupos paramilitares- y la membresía a la UE ha permitido un impulso al turismo y el surgimiento de industrias fílmicas y de tecnologías de la información, inyección de capital en el orden de los €3.000 millones y el desarrollo de programas de comercio y turismo que integran a poblaciones a ambos lados de la frontera irlandesa.

Luego de conocerse los resultados, el viceprimer ministro de Irlanda del Norte, Martin McGuiness manifestó que “en efecto los votos británicos nos han arrastrado afuera de Europa, de manera muy significativa el pueblo del Norte y el pueblo de Escocia votaron de manera abrumadora por quedarse en Europa”.

Añadió que “nuestra causa” en favor de la llamada votación sobre la frontera -para unificar las dos Irlandas- “se ha fortalecido” ante el resultado del referendo.

McGuiness pertenece al partido republicano Sinn Féin, que durante años funcionó como brazo político del Ejército Republicano Irlandés. En el sitio web de esa agrupación política se anuncia que “un referendo sobre una Irlanda unificada es ahora un imperativo democrático”.

Mientras tanto, el Partido Democrático Unionista (DUP) por el contrario apoyó decididamente la opción de abandonar la UE y desde el gobierno británico la secretaria de Estado para Irlanda del Norte, Theresa Villiers, rechazó la iniciativa planteada por el Sinn Féin.

Si bien es aventurado hacer predicciones, sobre todo con el resultado del referendo británico tan fresco, lo cierto es que se ha creado un contexto propicio para profundas transformaciones no planificadas por los impulsores de la “independencia” del Reino Unido.

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