Opinión

Fueron por lana…

Es mucho el provecho que la racionalidad actual obtiene del pensamiento escepticista cartesiano; el cual, aunque no descarta la posibilidad de conocer el mundo y descubrir la verdad de las cosas, sí ha llevado a muchos —entre los que me incluyo— a desconfiar hasta de su propia sombra. Aplíquese lo dicho al campo de la política, área del quehacer humano donde se fraguan tanto los más caros ideales como los más bajos instintos, y donde se conjugan la lealtad y la traición. En fin, como terapia de vida social, la duda adobada con una buena dosis de “malicia” juega un papel adaptativo fundamental en el entramado político que hoy vive el mundo.

En febrero del presente 2021, en Ecuador se jugaron las cartas electorales donde “las derechas”, encabezadas por Guillermo Lasso, disputaban el poder a “las izquierdas”, representadas principalmente por el candidato del “correísmo”, Andrés Arauz, y por Yaku Pérez.

En primera vuelta Andrés Arauz ganó con buen margen pero no lo suficiente como para evitar el balotaje. El empate técnico entre Lasso y Pérez, de cuestionado desenlace a favor de Lasso, catapultó al último a la segunda ronda, y permitió una contienda entre los polos ideológicos: el más o menos monolítico (en tiempos de elecciones) de derecha y el variopinto de izquierda.

En segunda vuelta, dos meses después, la contienda atrajo la atención de propios y extraños, y los ojos del mundo —principalmente la mirada de los extraños que acostumbran definir ideologías, poner o quitar gobiernos que no les convengan con golpes duros o blandos, o revoluciones de colores, cogobernar o imponer sanciones a los desobedientes, dictar las políticas económicas globales— se centraron en el proceso electoral del Ecuador, donde a cualquier precio debía evitarse la victoria del partido de Rafael Correa.

En tanto, un poco más al sur, en el vecino Perú, donde estrenar presidente en los últimos lustros se ha tornado deporte solo superado por el fútbol y la farándula, el fujimorismo contaba con la esperanza de su regreso al poder ejecutivo y así liberarse de la maraña de procesos legales derivados de sus gestiones públicas poco transparentes de los últimos años y de la dictadura de la década de 1990. No contaban los titiriteros del “orden” mundial con el cúmulo de indignación que las comunidades del Perú profundo y rural sabrían canalizar decantando su voto en las elecciones de abril y junio por una alternativa que representara sus intereses y le devolviera la dignidad a la Patria del Inca y de los dos libertadores.

Después de un tortuoso proceso de conteo de votos y resolución de impugnaciones electorales, la declaratoria del profesor Pedro Castillo como Presidente electo de la República del Perú,  esperamos, su pronta investidura como primer dignatario, vemos cómo los ojos del capital global, imperialista y depredador de pueblos y riquezas naturales fijaron su mirada y apostaron por la derecha en el Ecuador, mientras silenciosamente el sufrido pueblo peruano arrebataba el poder a las élites criollas para así escribir una nueva página en el devenir político de una de las naciones más cultas, ricas e influyentes del continente cobrizo.

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