Opinión

Fidel: Honor y Dignidad

“Fidel ha muerto, pero es inmortal. Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia”

“Fidel ha muerto, pero es inmortal. Pocos hombres conocieron la gloria de entrar vivos en la leyenda y en la historia. Fidel es uno de ellos”.

Ignacio Ramonet

Era cuestión de tiempo. Quienes tenemos memoria histórica, y admiramos la de los pueblos latinoamericanos y la de sus grandes líderes, sabíamos que en algún momento Fidel moriría. Nací en los albores de la Revolución Cubana, desgraciadamente, como es costumbre en una sociedad en donde campea la ignorancia política y los intereses del gran capital y de los medios de comunicación social, desde muy corta edad solo escuché malas opiniones de la Revolución, a pesar de todo, estas no permearon mi visión del mundo y de la vida. No sé, a lo mejor mi interés desde muy niño por la lectura volvió hermético mi pensamiento a las doxas ajenas.

Muchos años después, ya en el colegio, pero más aún en la Universidad, fue donde amplié mis horizontes políticos y logré tener acceso a amplia y variada información. No faltaron también los calumniadores, pero sería más detallada y con mayor profundidad y argumentos quienes narraban y explicaban los verdaderos aportes de la Revolución Cubana. Fue ahí donde comprendí la magnitud del líder y de la Revolución.

No hay nada nuevo bajo el sol, reza un refrán popular. Y esa filosofía se puede aplicar al deseo de escribir acerca de Fidel. Sin embargo, cualquier cosa que se diga, aunque sea una reproducción, una réplica, de lo que ya se ha dicho y se sabe, no deja de tener sentido en una época en donde los grandes medios de comunicación social, los intereses del gran capital, las oligarquías criollas y el neoliberalismo, se empecinan en proyectar una imagen falsa, una mentira, un chisme o una calumnia sobre quien entregó alma, vida y corazón por los más necesitados, excluidos, abandonados, oprimidos y esclavizados del planeta. A Fidel lo podemos calificar como el humanista que proyectó sus ideales entre dos siglos: el siglo XX y el siglo XXI. Muy propio de su lucidez política y moral, en la primera década de este siglo que recién inicia, cedió el poder a su hermano Raúl. Conocedor del deterioro de su salud, no solo por la edad sino por su entrega espiritual y el gran desgaste físico que le generó su compromiso y su enfrentamiento contra los corruptos, retrógrados, conservadores y un sinnúmero más de la vil calaña que se ha enquistado en las democracias representativas latinoamericanas y del mundo. La Revolución Cubana y Fidel Castro, sus ideales, sus proyectos, sus metas, su compromiso, representan la lucha titánica entre dos mundos desiguales: el mundo del poder desmedido, de la opulencia, que violenta y destruye a la humanidad entera. Un mundo que se maneja por valores reinvertidos, manipulados e impuestos. Y el mundo de los auténticos valores humanos. El mundo de la moral, la dignidad, la esperanza, la igualdad, la justicia social, los derechos humanos. Es el mundo de los que menos tienen, de los desposeídos, de los que la avaricia, el egoísmo, la ambición y la codicia les ha arrebatado todo.

Fidel transitó por los caminos del honor y la dignidad. Fue una lucha entre la verdad y la mentira, entre la doxa y la episteme, entre lo humano y lo inhumano. Su vida, desde muy joven, estuvo marcada por el esfuerzo, el compromiso, la lucha y la entrega por los desposeídos y explotados por el individualismo desmedido. A pesar del brutal bloqueo que le fue impuesto a la Revolución y a Cuba como nación, logró sobrevivir e hizo de su país un ejemplo en el campo de la educación, la medicina y la justicia social. Apoyado por millones y millones de cubanos que se mantuvieron a su lado luchando y defendiendo la Revolución, Cuba se ha logrado mantener como el único país libre e independiente en un continente saturado de políticos corruptos y vendepatrias cuyos únicos intereses han sido la de engordar sus jugosas cuentas bancarias a costa de miles de excluidos.

¿Vendrán cambios en la Revolución Cubana? No hay duda de que se darán. Todo fenómeno político a lo largo de la historia se ha ido adaptando a las nuevas circunstancias. Pero quedará en la historia que un verdadero líder y revolucionario solo puede ser un ejemplo cuando con aplomo, seguridad, hidalguía y honestidad sabe conducir con humanismo y acierto los destinos de una nación.

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