Opinión

Femicidas

Crimen pasional se llamaba el femicidio hace unas décadas.

Crimen pasional se llamaba el femicidio hace unas décadas. Se decía que el asesino de  una mujer actúa con la conciencia alterada debido a una  emoción muy fuerte, y esto le  servía de atenuante porque  no sabía lo que hacía. La culpable de este estado alterado es la víctima. Cuando en un teatro Otelo mata a Desdémona el público no se conduele por Desdémona sino que piensa, ¡pobre Otelo!, porque él es el protagonista de la tragedia.    Hay algo perversamente seductor en los asesinos de mujeres. En Jack el destripador no se puede hablar de crímenes pasionales porque sus víctimas,  aunque tengan nombre propio, son intercambiables. La seducción literaria de Jack reside en que se trata de un femicida a destajo que  sigue un patrón: las mujeres que mata son todas de la noche.

Acercándonos a la cultura  de estos tiempos, esta idea de que el femicida es víctima de una emoción que lo saca de sus cabales está en los tangos sentimentales, las rancheras lloronas y los boleros románticos. En la música popular se enaltece al macho herido de noble corazón, que debe defender su honra, su honor y sus nobles sentimientos,  matando a la mala pécora  que lo engañó con su mejor amigo. Pero en lugar de matar al amigo traidor el macho herido prefiere asesinar a la ingrata cuando la encuentra sola, indefensa, acaso desnuda, en una habitación.

La vieja idea, la que de que el asesino de una mujer sus razones tiene, sigue presente en los estrados de la justicia. Suele suceder, y con bastante frecuencia, que los jueces, empáticamente identificados con  el acusado,  le dan vueltas y revueltas a los códigos para descontarle la pena. O se esfuerzan por encontrar algún portillo que les permita desviar la culpa hacia la víctima. Desde la minifalda hasta la promiscuidad sexual y el consentimiento (como si alguien consintiera en su asesinato) cualquier hilacha es buena para salvar al pobre hombre a quien una mujer puso en apuros porque se dejó matar…

La justicia es patriarcal. Quizá llegó el momento de pensar en una Sala donde se juzguen los delitos de violencia contra las mujeres en su especificidad.

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