Opinión

Español de Costa Rica: Amarrarse las enaguas

Como explicaría el teórico Teun A. van Dijk, el contexto en el que nos desenvolvemos controla la manera como formulamos nuestras opiniones.

El lexicógrafo Víctor Sánchez Corrales afirmó en un artículo publicado en 2010 que “nuestra variedad de lengua española, como lengua oficial, constituye uno de los atributos dinámicos que contribuyen a construir nuestra costarriqueñidad”, y curiosamente en el léxico registrado en el Diccionario del español actual de Costa Rica (sin publicar) esta costarriqueñidad puede examinarse desde una perspectiva de género.

Por ejemplo, en esa obra –donde se describe el uso lingüístico de los costarricenses, se refleja esa costarriqueñidad a partir de las palabras que empleamos– la mayoría de las palabras y frases referidas a la mujer son alusivas a su apariencia física (para destacar sus partes del cuerpo, la edad y similares) y sus prácticas sexuales (generalmente como censura a la promiscuidad, a embarazos fuera del matrimonio o la diversidad sexual). Para el hombre, por su parte, los términos se refieren principalmente a un concepto de hombría a partir de su físico (en especial el miembro viril), su sexualidad (como la libido y una orientación no heterosexual o polígama), y su rol proveedor y protector.

En el caso del vocabulario que cuestiona esa hombría, en el mismo diccionario se registran palabras y frases que involucran a mujeres, tales como “mamitas”, con el significado “hombre de carácter pusilánime o de conducta afeminada” –en otras palabras, se recurre a la feminidad como ofensa– y “cantarle la gallina”, locución que, aunque se atribuya a la autoridad y gobierno de una mujer, tiene connotaciones pragmáticas burlistas, despectivas y de reproche hacia el hombre que se deja gobernar.

Ahora bien, en el Diccionario de locuciones verbales del español de Costa Rica (Sergio Cordero Monge, sin publicar) se registra la locución “amarrarse las enaguas” con el significado “Imponer la propia autoridad y hacerse respetar una mujer”, la única frase encontrada sin un sentido negativo –a priori– hacia el empoderamiento femenino. Eso sí, no podemos obviar que es variante de “amarrarse los pantalones”, bajo la concepción de que aquella prenda de vestir que en Costa Rica llamamos enagua es ineludiblemente representativa del sexo femenino. 

Como explicaría el teórico Teun A. van Dijk, el contexto en el que nos desenvolvemos controla la manera como formulamos nuestras opiniones. Así, según lo recopilado para elaborar estos diccionarios, se observa que en nuestro contexto costarricense –y, por tanto, en nuestra variedad lingüística– se evidencian las actitudes y las apariencias que consideramos aceptables y reprochables, a partir de los roles de género impuestos por una sociedad patriarcal.

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