Opinión

“¡El error médico, culposo… pero provechoso!”

En términos muy generales, sin entrar en las grandes controversias de la teoría del delito, el error médico puede ser excusable

En términos muy generales, sin entrar en las grandes controversias de la teoría del delito, el error médico puede ser excusable, cuando el profesional que lo provoca, a pesar de actuar con pericia y diligencia, causa un daño en la salud de su paciente. De lo contrario, el sistema, teóricamente, le cobrará, con todo el peso de la ley penal, su impericia o negligencia y hablamos entonces de culpa o mala praxis médica.

Una vez causado el daño y presumida la culpa, el “injusto médico”, al menos sobre la letra de la ley, es perseguido en forma casi idéntica a lo que sería para el pervertido del ilícito común doloso o “culposo” que atropella por ir borracho y a exceso de velocidad.

En el estudio de la mala praxis médica encontramos que, filosófica, doctrinaria y espiritualmente, hay muchas diferencias de fondo entre aquellos delitos comunes y el “error médico culpable”; diferencias que el sistema penal no prevé al valorar la tipicidad, la culpabilidad y la antijuridicidad del hecho médico, y lo cual,  en ciertos casos, crea o encubre injusticias que desfavorecen a los profesionales de la salud.

En nuestras latitudes el sistema se dirigirá siempre, por mandato de la ley criminal, a confirmar al supuesto culpable de la lesión de un paciente, castigarlo y si es posible resarcir a la víctima, todo lo cual alcanza a ser solo una subjetiva, muy relativa y siempre amarga lección para los involucrados, pero en especial de muy poco provecho para la sociedad y para el futuro de la salud; sin perjuicio del teatro que montan los tribunales y los medios alrededor de los casos médicos.

Es una realidad indiscutible que el médico tratante, fuera de cualquier discusión ética, jurídica y moral es, en la mayoría de los casos, el mejor “perito” del daño que causa, el que más conoce los antecedentes, historia clínica, familiar, estado general del paciente y todos los pormenores del tratamiento efectuado. Todo ello constituye una información valiosísima para la academia y la formación de sus colegas cuando puede ser documentada, en detalle, la secuencia de los hechos que condujeron al daño. Los profesionales de la salud, son los primeros en percatarse de su “error”, de tratar de aliviarlo, de colaborar para su reparación; o bien de tergiversarlo o negarlo a ultranza, previendo una persecución judicial o tratando de proteger su imagen.

Especialmente en el campo de las ciencias quirúrgicas, los que hemos estado en esa actividad por toda una vida profesional, sabemos que eso sucede con mucha más frecuencia de lo que se estima, tanto en el ambiente institucional como privado. No hay que olvidar que el cirujano actúa frecuentemente mediante prueba y error, lo que también es cierto para gran parte de la práctica de la medicina.

El hecho, también indiscutible, de que los profesionales de la salud “deben” ostentar un muy alto grado de formación académica, y moral en especial, ha hecho que en países “superdesarrollados” en estas ciencias, como en Alemania, donde la ética médica aún pareciera funcionar un poco, se esté trabajando,  con gran impulso, en la implementación de formas cibernéticas o redes, digamos “académicas”, para que los agentes de la salud que, debido a esa alta pericia, son casi siempre los más conscientes de haber cometido un error médico; y  a sabiendas de que la mayoría de esos errores nunca llegan a ser juzgados (altísima cifra negra de mala praxis), puedan, tales profesionales, mediante esos medios, colaborar “autodenunciando” anónima, pero “académicamente” el daño causado y seguir impunes.

El castigo, en la mayoría de estos casos, no remedia nada, llámese cárcel, inhabilitación o desprestigio y, al contrario, solo crea pérdida, resentimientos e injusticias. (El daño económico y moral está, en países desarrollados, amparado por seguros especializados que no dejan a la víctima desamparada).

El “error médico”, será así, compartido y conocido, en “magistral” detalle (no por dimes y diretes), sino, con fines de estudio, por colegas, estudiantes, academias y  facultades, lo que será de enorme beneficio en la evitación futura de  este, en el afianzamiento de la moral médica y para la salud pública en general.

¡Es la conciencia del hombre,

cuando su razón se amplía,

de su camino la guía.

su ilustre maestro es,

mas también su estricto juez

e infalible policía!

Suscríbase al boletín

Ir al contenido