Uno de los eventos meteorológicos más fuertes de los últimos diez años dejó, a finales del año pasado, grandes secuelas en diferentes partes del territorio nacional: La tormenta Nate. Esta mantuvo 76 de los 82 cantones del país en alerta roja durante 2 días, por lo que fueron albergadas 11.517 personas en los 178 diferentes albergues establecidos en todo el país. Dos de las zonas con mayor afectación fueron Ciudad Cortés y Palmar Sur de Osa; en esta última, las zonas más devastadas fueron específicamente las antiguas fincas bananeras, que en realidad son comunidades llamadas Finca 1, Finca 2-4 (Chánguina), Finca 3 (Térraba), Finca 5, Finca 6-11, Finca 7, Finca 8, Finca 9, Finca 10 y Finca 12. La gran mayoría de estas fincas, rodeadas del monocultivo de palma aceitera y de plátano, se encuentran trabajadas con vocación agrícola por familias campesinas, muchas de las cuales viven allí desde que la Compañía Bananera finiquitó sus operaciones en 1984.
Muchas de estas fincas son propiedad del Inder. El caso más reciente es el de Finca Térraba y Finca Chánguina, expropiadas por esta institución para dar inicio a un asentamiento campesino que busca beneficiar a más de 160 familias productoras; ambas fincas eran propiedad del Banco Nacional. Otra de las comunidades es Finca 10, una de las dos fincas que, junto con Finca 9, serían desplazadas en caso que se dé continuidad al proyecto del Aeropuerto Internacional del Sur (AIS), el cual estaría justo encima de estas. Resulta complejo conocer el estado actual de la viabilidad de este megaproyecto, ya que, cuando se pensó que estaba “olvidado”, este apareció en las declaraciones del excandidato presidencial Antonio Álvarez Desanti del partido Liberación Nacional, quien habló de la posibilidad de dar seguimiento al AIS.
Al volver la atención después de la tormenta Nate, el Inder, a finales del año pasado, dio a familias parceleras de Finca 10, Finca Térraba y Finca Chánguina (posiblemente de otras fincas también), que sufrió las consecuencias del desastre, instrumentos necesarios para el trabajo de campo, tales como palas, palines, latas de zinc, clavos, martillos, carretillos y sarán, así como una cantidad de gallinas y pollos. Como además se está en proceso la consolidación del proyecto de mejoramiento de caminos, remodelación del cuadrante y apoyo a proyectos productivos en estas fincas, el Inder le ha dicho a estas familias que únicamente pueden sembrar productos anuales, como la yuca y el plátano y no permanentes como frutales o palma; esto bajo la justificación de que hay una posibilidad de que el megaproyecto del AIS sí se lleve a cabo. Esto último fue afirmado por vecinas de Finca 10, que forman parte del comité de familias del Inder para iniciar el proyecto en este lugar.
Las características de la economía campesina de la zona sur no son contempladas por las medidas del Inder, ya que, según las vecinas de Finca 10, la Institución les dijo que no pueden sembrar productos permanentes, por lo que se debilitaría sistemáticamente la producción de autoconsumo, nicho esencial de una vida campesina. Si bien existe la justificación del posible inicio para el AIS, cuando los vecinos preguntan a representantes de la institución sobre el estado del proyecto, estos no tienen respuestas contundentes sobre el mismo. Entonces, ¿por qué se colocan requisitos que ponen en peligro la vida campesina bajo la justificación de la construcción del AIS, cuando siquiera parecen tener claridad sobre el estado del mismo?
En este escenario, las familias crean sus propias estrategias para cumplir con los requisitos establecidos, a la vez que trabajan en sus organizaciones comunales con el fin de fortalecer su cultura campesina. Al mismo tiempo, reconstruyen sus viviendas e inician desde cero sus cultivos, tras la tormenta Nate. Nos preguntamos, ¿aún se pretende construir el Aeropuerto Internacional del Sur en Finca 9 y Finca 10? Esto es determinante saberlo para que las políticas sociales dirigidas a las familias de estas dos comunidades sean integrales y logren superar la intervención paliativa, fragmentada y focalizada, como la que han tenido en todos estos años, al no tener respuesta de si están al borde o no de ser despojadas.