No puedo dejar pasar un día tan trágico e inolvidable, sin evocar el 14 de febrero del 2016. La lamentable pérdida de mi gran amigo Luis Enrique Garita Bonilla. Hoy, a un año de su partida, quisiera en forma sucinta rememorar algunas facetas de su personalidad y de su relación con sus más cercanas amistades. Unos pincelazos que permitan destacar la maravillosa obra del Señor en la presencia de un hombre extraordinario, como lo fue don Luis.
Curiosamente, no recuerdo a Luis de nuestra época universitaria y de su paso por la Feucr, en la que, para épocas muy contemporáneas, ocupamos puestos en la Federación. Fungía yo como Director de la Sede del Atlántico, cuando vino graduado de La Sorbona, y casi de inmediato don Claudio Gutiérrez, le nombró Vicerrector de Administración. Sostuvimos una relación cercana durante esos años, en que aprendimos a conocernos. Para 1980, lanzó su candidatura por el Área de Sociales al Consejo Universitario. Elegido, fue nombrado Presidente de este, y yo fui nombrado por el Área de Sedes a partir de 1981, por lo que fuimos compañeros durante tres fructíferos años. Hicimos una sólida amistad y se dio una natural convergencia política e ideológica. Jorge Gutiérrez, Maud Curling, María Eugenia Bozzoli y el recordado doctor Carlos María Arauz, Luis y yo encaramos con dedicación, esfuerzo y creatividad, nuestras funciones en el Consejo. De ello son fieles testigos, cantidad de normas y reglamentos, hoy vigentes y que dieron a la Universidad un marco de acción favorable para los años subsiguientes. Aparte de ejercer una auditoria permanente de la gestión universitaria.
Allá por agosto de 1987, hablamos de las posibilidades políticas que Luis tenía para alcanzar la Rectoría, ante una planeada renuncia del Rector Durán. Después de una contienda muy dura, difícil y reñida, en un histórico resultado, fue elegido Rector. Durante ocho años, no quiso Luis que yo ocupara ningún puesto, más que ser su asesor y asistente. Durante ocho años trabajamos arduamente, sin que asomara una sola desavenencia. En un ambiente cordial, de respeto, de entusiasmo, y sobre todo de una gran camaradería, se conformó un equipo de personas, con los mismos ideales y compromisos.
Su incuestionable liderazgo dio lugar a una prolífera administración. Los logros se multiplicaron en muchas dimensiones. Por mencionar algunas: En el campo de las relaciones internacionales, se firmaron múltiples y provechosos convenios. Fue presidente de organismos internacionales: OUI, Csuca y la Organización para Estudios del Futuro. A nivel nacional, siendo Presidente de Conare, se lograron importantes acuerdos, sobre todo se logró estabilidad presupuestaria con el FEES. En el posgrado, proliferaron, en campos vitales para el desarrollo nacional. En investigación, el impulso fue impresionante, no solo en recursos humanos, sino en la inversión en infraestructura y equipo. Residencias estudiantiles, en todas las Sedes y en el campus Rodrigo Facio. Se resolvieron problemas existentes desde décadas atrás, en particular el de ingreso directo a carrera, eliminando que miles de estudiantes, aún después de años estuvieran en el limbo, sin carrera asignada. En fin, los logros fueron muchos, y ya habrá lugar y momento para relatarlos en detalle.
Pero quiero resaltar la otra cara de la moneda. No el Luis Rector, el Luis hombre. Coloquial, humilde, sencillo, respetuoso. Hombre de hogar. Amoroso con sus hijos. Enamorado de su esposa Elizabeth. Terminante, rígido, locuaz y chistoso. Apasionado, fanático, amante del futbol. Lector incansable. Entusiasta analista político, conocía las biografías de grandes políticos y de los entretelones del poder, en casos de Wiston Churchil, John F. Kennedy, Harry Truman, Mahatma Gandhi, Franklin D. Roosvelt, y tantos otros. Vehemente orador, con intervenciones magistrales sobre la política nacional e internacional. Consultor internacional. Maestro incansable, estudioso de la cosa pública. Creó el Doctorado en Políticas Públicas. Amigo fiel, leal y perseverante. Con Milton Ruiz (q.D.g.) mantuvo cohesionado al grupo que estuvo con él en la Rectoría. Exvicerrectores, secretarias, colaboradores, nos hemos reunido anualmente durante 20 años, sin excepción, como una señal de amistad perpetua y recíproco respeto entre todos. En diciembre pasado lo hicimos como un gesto de homenaje a su memoria.
Nos honraron, Luis y Eli, a mí y a mi esposa, habiéndonos designados como padrinos de bautizo de su hijo Luis Diego. Recuerdo imperecedero. Nostalgia compartida.
¡Allá en tu morada infinita, goces del bien que hiciste a tu prójimo! ¡Nosotros, en tanto, te extrañaremos, sin olvidar tu franca sonrisa!
¡Te nos adelantaste, pero tenlo por seguro que ya te alcanzaremos!