Opinión

El PUSC en su laberinto

En sentido figurado, tras el fracaso electoral 2018, el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) se encuentra en un laberinto, el cual, según la definición de la RAE,...

En sentido figurado, tras el fracaso electoral 2018, el Partido Unidad Social Cristiana (PUSC) se encuentra en un laberinto, el cual, según la definición de la RAE, es un lugar formado artificiosamente por calles y encrucijadas para confundir a quien se adentre en él, de modo que no pueda acertar con la salida; es decir, como bien define la RAE, es una cosa confusa y enredada.

Por el lado del Partido Liberación (PLN), los análisis de su derrota vinieron de diferentes voces, denotando la seriedad congruente con sus circunstancias históricas. Mientras, el PUSC guardó silencio incluso en el escenario complejo del que fue protagonista en segunda ronda, del cual todavía sus militantes no salen de su asombro o no comprenden el alcance y consecuencias de lo sucedido para el futuro de la agrupación. De hecho, hoy el PUSC es un partido partido.

A seis meses de la primera ronda, el PUSC incluye en la Agenda de la Asamblea Nacional, que celebrará el domingo 19, el Análisis de la Campaña Electoral 2018. Tal análisis de resultados, así como el de su desempeño en el proceso electoral, tiene que tomar en cuenta tanto los aspectos internos de la gestión de la campaña, como por supuesto, muy relevante, aquellos que tienen que ver con el cambiante entorno externo del país, debido a la alta interdependencia que caracteriza hoy la dinámica de las democracias y de los partidos políticos.

Hago estos comentarios con base en mi experiencia de trabajo en América Latina hace más de tres décadas con los procesos de democratización y transición a la democracia (la tercera ola democrática), que incluyó la asistencia técnica electoral a todos los organismos electorales del hemisferio para procurar elecciones limpias y con altos estándares técnicos, y un extenso programa de investigación y publicaciones acerca de la situación de los partidos políticos y las temáticas mencionadas, en el que participaron especialistas latinoamericanos y de Europa. Este artículo se basa también en la participación personal que tuve año y medio como parte del equipo del Dr. Rodolfo Piza y la observación que hice del proceso en mi condición de politóloga.

En el plano más general, una premisa básica para el análisis es que los partidos políticos se desgastan en el ejercicio del poder. En América Latina, con los serios problemas conocidos, los partidos enfrentan desafíos particularmente difíciles que los llevan a crisis cuando se presentan fracasos gubernamentales en distintas áreas o cuando hay una sucesión de fracasos. Ello puede generar crisis para los partidos políticos en particular, o crisis para todo el sistema de partidos o partidocracia en sentido más normativo, como ya sugerí en el artículo “Elecciones 2018: ¿qué la está pasando a nuestro sistema de partidos políticos?”, publicado el miércoles 7 de abril por el Semanario UNIVERSIDAD.

Las crisis de los partidos se vuelven notorias con la aparición de pintorescos líderes carismático. El espacio que dejan los partidos en crisis es generalmente llenado por un recién llegado (outsider): Fujimori, Chávez, Berlusconi en Italia y en nuestro patio Juan Diego Castro o el “salmero” Fabricio Alvarado; todos típicos populistas. En América Latina, todos los oficialismos de mitad de los ochenta fueron sacados del poder electoralmente debido a su incapacidad de contener problemas económicos y sociales a los que se sumaron otros vinculados a la corrupción y la inseguridad. En la década del noventa, varios sistemas partidarios sufrieron crisis y los partidos tradicionales fueron barridos del escenario nacional.

Como afirma Gervasoni (2004), el castigo de la opinión pública a los partidos no es eterno, más si los mismos actúan con inteligencia para repensarse y reinventarse; esos son los desafíos que tiene por delante el PUSC si desea mantenerse vigente. Además, le corresponde revisar los aspectos relacionados con la gestión interna de la campaña 2018, que, a mi modo de ver, tuvo desaciertos determinantes; por ejemplo, un proceso de toma de decisiones vertical, un esquema de trabajo gerencial con alta concentración de tareas en pocas personas, liderazgos machistas, una estrategia de comunicación ineficaz y una lectura incompleta de la realidad interna y externa para traducirla en oportunidades de éxito electoral.

Asimismo, el PUSC deberá reflexionar en serio acerca de cómo renovarse para responder eficientemente a las demandas ciudadanas y complejidades del presente. Si bien es un partido ideológico aún y actualizó sus postulados en 2016 con el Congreso Ideológico José Joaquín Trejos Fernández, hay otros aspectos imprescindibles de revisar para fortalecer su democracia interna. Cuestiones clave como la representación, la cultura política, la búsqueda de votos para convertirlos en puestos (maquinaria electoral), las tendencias emergentes alrededor del mundo para reconectar con la ciudadanía y la alianza de cogobierno promovida por Piza a contrapelo de los órganos del partido también deberán ser revisadas para garantizar la viabilidad política a futuro.     

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