Opinión

El periodismo comprometido

En la reciente elección para la dirección del Semanario UNIVERSIDAD, confluyen varios elementos que intentaré explicar en esta columna.

En la reciente elección para la dirección del Semanario UNIVERSIDAD, confluyen varios elementos que intentaré explicar en esta columna. En primer lugar, cabe destacar el interés manifiesto de varias personas, afuera y adentro de la Universidad de Costa Rica, de impedir la reelección de Ernesto Rivera. Frases como “al que hierro mata a hierro muere…”, celebrando la decisión del Consejo Universitario de no reelegir a Rivera, son evidencias de los enemigos que el periodismo de investigación puede generar. Algunos seguramente estarían interesados en evitar, por ejemplo, que los reportajes sobre acoso sexual en la academia les pudiesen perjudicar. Otros colegas universitarios, que parecen no entender la importancia de los medios de comunicación públicos y libres, prácticamente sugirieron convertir al Semanario en un departamento de la Oficina de Divulgación.

Los colegas de la izquierda universitaria y otras figuras de partidos políticos afines han emitido críticas mucho más sustantivas, sobre todo en tres sentidos: primero, que al Semanario de Rivera le faltó equilibrio en sus coberturas, sobre todo en relación con la discusión del proyecto, ahora Ley, de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas; segundo, que no ha sido suficientemente crítico con el gobierno nacional; y, tercero, que tampoco lo ha sido con la gestión del Rector de la UCR. Los menos mesurados acusan a Rivera de neoliberal y de haber convertido al Semanario en una sucursal del periódico La Nación. Tienen la esperanza de que el cambio derive en un “periodismo comprometido” por parte del Semanario UNIVERSIDAD.

Esa expectativa y el debate que conlleva me parece unas de las pocas cuestiones positivas a destacar en este proceso: ¿qué significa un periodismo comprometido? Para algunos es sinónimo de periodismo militante y quisieran ver al medio alineado en la protesta social o en la oposición a la reforma fiscal. En esa lógica, el Semanario haría balance para contrarrestar a los medios dominantes. El problema con esa postura es que sólo respondería a un sector de la universidad y la misma sociedad, lo haría desde una postura ideológica y repetiría el comportamiento de los medios dominantes, solo que desde el otro bando. A mi juicio, se requiere un balance, pero a lo interno de la cobertura y, sobre todo, respetuoso de todas las voces y la diversidad de actores presentes en la coyuntura nacional. La idea de nosotros los buenos y ustedes los malos, tampoco me parece que ayude en el clima de polarización que vivimos y que es una amenaza real a la democracia.

Desde mi punto de vista, un periodismo comprometido es aquel que denuncia los abusos del poder y la dominación. Para Lukes, la dominación es un tipo de ejercicio del poder que le impide a los otros vivir plenamente y desarrollar sus potencialidades. A veces, esa dominación es simbólica y encubierta y nos impide precisamente comprender que existe. Por ello, un periodismo que contribuya a la denuncia de ese tipo de poder es emancipatorio y crucial para nuestra convivencia y la democracia misma. Los reportajes sobre las prácticas pedagógicas violentas y la normalización del abuso sexual en las aulas universitarias son un claro ejemplo de ello. Se enmarcan en las luchas de las estudiantes valientes que han dado un paso al frente y cuya primera conquista es denunciar que ese tipo de dominación existe. En ese sentido, la contribución del Semanario UNIVERSIDAD, en la época de Rivera, me parece clave. Para los que entendemos que la crisis moral y de liderazgo de la Universidad de Costa Rica no se limita únicamente a la figura del Rector, sino que es sistémica, es más importante desmontar las prácticas estructurales de la dominación que simplemente horadar la figura del Rector para contribuir a su destitución o su renuncia.

También quisiera referirme al debate sobre la reforma fiscal y la acusación de neoliberal que se le hace al medio universitario. Creo que la investigación de los “Papeles de Panamá” ha sido clave en el combate a la evasión y la elusión, y ha acercado al país a una verdadera discusión sobre la justicia tributaria, la equidad y la responsabilidad fiscal. Esa investigación, sus repercusiones en la discusión pública y, sobre todo, el encuadrar ese tipo de comportamiento como censurables socialmente, son relevantes también para el combate a los flujos desregulados del capital, que son propios del neoliberalismo. Creo que un medio neoliberal no publicaría esa investigación ni afectaría los flujos globales del capital.

Además, quisiera señalar que la característica del neoliberalismo que más me preocupa es, precisamente, que su implantación desmesurada deriva en dominación. Las fuerzas desatadas del capitalismo, por ejemplo, nos llevan al desastre ambiental y excluyen a millones de personas de la posibilidad de disfrutar todas sus potencialidades. El trabajo del Semanario en temas ambientales ha sido destacado y la sección de Ojo al Clima ha contribuído a denunciar también el rumbo que lleva el planeta. Un medio realmente neoliberal disfrazaría esa crisis global y no lo ligaría jamás al modelo económico imperante.

Me sorprende también que no se reconozca el trabajo de Rivera y su equipo en relación con el escándalo del cemento chino, su trabajo durante el pasado proceso electoral (que les mereció un premio nacional hace apenas semanas), las denuncias sobre conductas irregulares en el financiamiento y ejecución de las campañas de varios partidos políticos, así como los casos de abusos sexual y violencia de sacerdotes y pastores. Particularmente, me llama la atención que esos sectores más críticos que han tenido en la figura de Óscar Arias su enemigo número uno, no comprendan que la era del expresidente Arias terminó el día en que el Semanario UNIVERSIDAD publicó los primeros reportajes sobre las denuncias de acoso sexual en su contra. Todos esos casos y muchos más son ejemplos de un periodismo comprometido con la denuncia de los abusos del poder y la dominación.

Conozco a Laura Martínez y sé de sus calidades profesionales y personales. Es una periodista comprometida y valiente. De hecho, en su anterior dirección inició la colaboración del Semanario con el CIEP en materia de encuestas. Enfrentará los retos usuales de un medio de comunicación universitario, pero además deberá escuchar las numerosas voces que han surgido en este proceso. Un medio de comunicación de calidad, plural, balanceado y crítico del poder, es necesario para atender la crisis que vive nuestra universidad y nuestra democracia.

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