Opinión

El parque Nacional Corcovado agoniza… de nuevo

El Parque Nacional Corcovado es una joya biológica en la que encontramos desde pequeños microorganismos hasta grandes depredadores como el jaguar y el águila arpía. De hecho, National Geographic denominó a esa área silvestre protegida como el área más intensamente biológica del planeta. Sin embargo, esta joya biológica que pertenece a todos los costarricenses, está muriendo lentamente por la falta de recursos para manejarla y protegerla, por la inacción de las autoridades encargadas y por la depredación seres humanos que lo desangran con la cacería, la oreria, la extracción ilegal de madera y el narcotráfico. Esto lo menciona muy atinadamente Rolando Portilla en su artículo titulado Un S.O.S por Corcovado, publicado en el Semanario Universidad el 16 de junio de 2021.  Deseo hacerme eco de lo que Portilla menciona en su artículo, y agregar que el problema en el Parque Nacional Corcovado no es nuevo, realmente es como una enfermedad crónica que ha ido empeorando con el tiempo. La situación de abandono del parque viene de muchos años atrás y se agudizó con el incremento del precio del oro alrededor de 2010, situación que provocó el aumento de oreros ilegales dentro del área protegida y a su vez un aumento de la presión de cacería de especies como el tepezcuintle, saíno, chancho de monte y pavones dentro del parque. Aunado a esto, en los últimos años se ha engrosado la cantidad de funcionarios en oficinas, descuidando la vigilancia y la protección de los recursos naturales por la falta de equipo y guardaparques en el campo. Si a esto agregamos la extracción ilegal de madera, el incremento de la cacería, el uso de las costas del parque para el almacenamiento y trasiego de drogas y el desinterés e inacción de las autoridades encargadas del manejo y conservación de los recursos naturales, nos encontramos con un problema cada vez más complejo y de difícil solución.

Hay estudios que muestran una alarmante disminución en Corcovado de poblaciones de animales como los chanchos de monte, jaguares y otras especies, debido a presiones humanas.  Sin embargo, a pesar del interés de los funcionarios guardaparques por enfrentar estas situaciones, ha pesado más el desinterés de las autoridades del sistema de áreas de conservación, y en particular de los funcionarios que han dirigido en los últimos 10 años el área de conservación Osa, quienes han preferido ignorar el problema que enfrentarlo como debió haberse hecho hace mucho tiempo. Lamentablemente, con la pandemia esta situación se ha agravado, no solo en el Parque Nacional Corcovado, sino en todas las áreas protegidas del país. Sin embargo, en el caso de Corcovado, si no se actúa con prontitud, el deterioro en poblaciones de vida silvestre podría ser irreversible a mediano plazo.

Es hora de que seamos consecuentes como país, pues pregonamos al mundo que somos un país verde, pero nuestras áreas protegidas están prácticamente abandonadas, con pocos guardaparques y sin presupuesto básico para operar. Es importante entender que tener áreas protegidas no es suficiente. Es necesario darles mantenimiento y protección, impulsando programas de educación dirigidos a la población general y programas de control y vigilancia para evitar y controlar los impactos que están deteriorando al Parque Nacional Corcovado y a otras áreas protegidas en el país. Quiero llamar la atención, pues estamos llenos de contradicciones en la conservación de los recursos naturales en el país. Debemos ser consecuentes con lo que predicamos, impulsando el desarrollo y la generación de empleo para el bienestar de la mayoría, pero sin pasar por encima de los recursos naturales, que al final, son los que determinan la calidad de vida del país y del planeta entero. El tiempo se acorta para el Parque Nacional Corcovado. Le pido a las autoridades del SINAC y al gobierno que actúen, pues pronto será demasiado tarde y lo único que nos quedará será el recuerdo de lo que fue el área más intensamente biológica del planeta.

 

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