Opinión

El mástil de Nereida tiene bandera

Nereida es una joven mujer que parece tener un triquitraque en la conciencia. Percibe que lo que debe ser es solamente lo que puede ser, y considera que puede ser sólo lo que se mueve dentro de las condiciones de sí misma.

En su caso, ella quiere respetar a las personas, también a otros animales no humanos y el medio ambiente. Así, disfruta al integrarse ecológicamente en los paisajes naturales y goza al relacionarse en los entornos sociales, y lo hace intensamente. Sin embargo, no ha querido comprometerse con el amor, porque Nereida se hace preguntas que la mueven en un vaivén. Está cuestionando su propio pensamiento, y lo hace debatiendo contra ideas diferentes a la suya.

Como la orientación deliberativa que ha escogido para verse a sí misma y su entorno le genera ciertas inquietudes, ha decidido usar una forma de timón para no viajar a la deriva, de manera que, cuando navega compartiendo momentos con amigos, compañeros y familia, lleva una bandera que dice:

“Quiero ser feliz, sin causarle daño a nadie.”

Es un principio de acción que no siempre logra, porque nos dice: “mi vida se parece a un barco, que con el timón toma dirección, con la dificultad que, a veces, siento que navego contra viento y marea. Por eso, no siempre llego a donde quiero.”

Si analizamos solo la afirmación que Nereida ha decidido sostener en el mástil. Cuando dice que quiere ser feliz, esto podría maximizarlo. Y cuando argumenta que esta felicidad tiene como condición, no causarle daño a nadie, ella se pone límites. Dicho de otro modo, entre la beneficencia y la no maleficencia de Nereida están establecidas las fronteras de su acción.

De su viaje nos ha dicho que no está exento de dificultades, aunque de algunas cosas sí está segura. Su libertad la percibe inmanente y su autonomía la prefiere contractual. Lo pactado requiere justicia, que empezó siendo para Nereida, una bella ninfa, pero con el pasar del tiempo y sin saber cómo, se convirtió en Escila, un monstruo de muchas cabezas llena de intereses de unos contra otros y, la hermosa ninfa se ahogó.

A veces pareciera que Nereida tendiese hacia alguna forma de individualismo, pues atiende a su propia voluntad, no obstante, le gusta escuchar la opinión de los demás. Entonces, podríamos más bien pensar que estuviera tratando deliberadamente forjarse una moral autónoma y responsable.

De estas dos posibilidades, comprender el individualismo puede resultar más sencillo de captar, porque vivimos navegando en un sistema capitalista donde el más apto prospera, y ese triunfador puede ser una persona, empresa, sindicato o Estado. En cambio, entender una deliberación enfocada en la búsqueda de una ética autónoma y responsable resulta más difícil de estimar.   Incluso, podría sorprendernos que tal cosa no haya estado en nuestro pensamiento, porque seguir la pauta parece correcto. Al contrario, Nereida cree que pueden existir otras maneras de razonar y actuar. Ella quiere examinar algunas normas establecidas que flotan jurídicamente legales, para tomar la decisión de aprobarlas o rechazarlas. Esto podría parecer rebelde o cínico, pero no nos dejemos engañar, porque si la deliberación lleva implícita la idea de no causarle daño a nadie, podemos deliberar para decidir qué normas establecidas mediante leyes parecen buenas y cuáles parecen malas.

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