Opinión

El “Hospital del Oro” y el señor Presidente

Al dedicarse la riqueza mineral exclusivamente a los habitantes que por su edad demandan mayor atención especializada, el proyecto permitiría la liberación efectiva de recursos humanos, financieros y materiales muy útiles para la hacienda pública y los cotizantes.

Sin necesidad de modificar el deficiente Código de Minería; sin exponer a Costa Rica a transnacionales mineras que buscan lucrar con nuestro oro; sin dejar de considerar la crisis fiscal, le solicitamos, señor Presidente de la República, considerar la propuesta que se conoce en su gobierno, orientada al aprovechamiento razonable de nuestro oro en Crucitas, como una solución a los crecientes problemas que se derivan del aumento inminente de nuestra población de adultos mayores.

Nos referimos a  la idea del sistema hospitalario que llamamos “Hospital del Oro”. Propuesta no solo efectiva para atender la demanda sanitaria deficitaria que hoy sufren los Ciudadanos de Oro, que hoy ocupan el 65% de los espacios hospitalarios y la atención primaria que brindan los 1043 Ebais, sino también significativamente beneficiosa para el desafío presupuestario que enfrenta el Ministerio de Hacienda, ahora profundizado con la devastadora pandemia que nos desvela. Escasez financiera que, obviamente, es una de las principales causas del rezago que padecen los miles de pacientes que conforman las inaceptables “listas de espera”, que la organización hospitalaria de la CCSS no ha podido siquiera mitigar.

Dentro de tal contexto, el “Hospital del Oro”, al dedicarse la riqueza mineral evaluada exclusivamente a los habitantes, que por su edad demandan mayor atención especializada, permitiría la liberación efectiva de recursos humanos, financieros y materiales, muy útiles para la hacienda pública, para los cotizantes de la Caja y para el resto de los habitantes que esperan una más oportuna y calificada atención médica.

Por lo resumido, señor Presidente, creemos que tiene usted la grandiosa oportunidad de dejar un legado histórico de inmensas repercusiones para los costarricenses, como lo es quizá el de los tres grandes reformadores sociales de la Costa Rica de los años 40. Pero para alcanzar ese logro, señor Presidente, ha de reconocerse que soplan aires no necesariamente aromáticos, que solo usted, con su autoridad, podría desviar.

Aires que traen voces en que incluso se escucha que nuestro oro en Crucitas “es mejor entregarlo a mineras extranjeras porque, de por sí se lo están robando”, sin considerar siquiera que tiene un valor que se acerca a los ₡90.000 millones anuales, que sería una injusticia perder cual si fuésemos una nación que se puede dar esos “gustos”.

De acogerse la idea, tendríamos capital suficiente para desarrollar un sistema hospitalario como el que se propone,  un “Hospital del Oro”, según lo diseñe un equipo de expertos interdisciplinario que trabajaría bajo la responsabilidad de la jerarquía de la Caja. ¿Acaso podría pretenderse  un mejor aprovechamiento de la riqueza de ese mineral localizado en Crucitas, antes de que por azar político se le asigne otro destino menos beneficioso para Costa Rica?

Por lo indicado sucintamente, es fundamental la decisión oportuna, inmediata, conjunta de los jerarcas de la Caja, el Mideplan, el Conapam, el Ministerio de Hacienda, el Banco Central, el Minae, y, por supuesto, su decisión, señor Presidente, en diálogo con los dirigentes de los partidos políticos, de los cuales se esperaría un entusiasta apoyo al que sería ¡este sí!, un verdadero proyecto país.

Y es que para aquellos que no lo recuerdan, no lo saben o simplemente no quieren hablar de ello, el oro en Crucitas es propiedad del Estado costarricense, es de nosotros, del pueblo en general, y que la empresa extranjera que todavía quiere apropiárselo “vía concesión”, habría explotado en su casi exclusivo beneficio, al menos tres toneladas de oro anuales del precioso metal. Y es así porque según nuestra antipatriótica legislación minera, los foráneos solo habrían pagado el “muy resbaloso” impuesto de la renta y un canon minero del 2% del valor del oro extraído, por lo que el tal   “generador de divisas extranjeras” del que algunos hablaron, ¡jamás habría sido una realidad!, pues las ganancias de su comercialización se habrían ido al extranjero.

Como usted conoce, don Carlos, con la legislación actual el Estado costarricense podría, si así usted lo decidiera, explotar ese recurso mineral concentrado en solo medio kilómetro cuadrado del territorio nacional, para beneficio de todos los costarricenses. Por tanto, sería un sinsentido proponer cambios en el Código de Minería, pues pese a que en él, por decisión unánime de la Asamblea Legislativa, se prohíbe dar en concesión ese recurso demanial, un ente estatal podría encargarse de su explotación sin tener que pedir concesión alguna. ¡El Estado no le otorga concesiones al Estado! (¿Se imaginan, por ejemplo, al AyA solicitando una concesión a la dirección de Aguas del Minae, para aprovechar el agua de Orosi?).

Ante esta feliz situación, reiteramos la idea de desarrollar el proyecto del “Hospital del Oro”, administrado por la CCSS y orientado a la atención de los cientos de miles de adultos mayores que, con angustia, ven acercarse inevitables momentos aciagos en su vejez.  Ciudadanos que, aparte de las 140 camas del magnífico Hospital Geriátrico Raúl Blanco Cervantes,  han de ser atendidos, después de superar muchas dificultades,  bajo condiciones inadecuadas en hospitales diseñados para pacientes de un amplio rango de edades, sin salas especializadas para ellos y  sus también especiales necesidades, obligados al uso de facilidades materiales que no permiten el pleno cumplimiento de la Ley 7600. Situación que es innecesario ilustrar con ejemplos, pues es sufrida por incontable cantidad de abuelitos y sus familias, y es muy bien conocida por usted, señor Presidente.

Ahora bien, eso es lo que por insuficiencia de recursos, deseamos atender con un sistema hospitalario del Estado mejorado sustancialmente con el “Hospital del Oro”, que quizá tendría un hospital central que se complementaría con instalaciones especializadas nuevas, vinculadas o no a los Ebais o que sean parte de adaptaciones estructurales en los 28 hospitales nacionales. Como consecuencia lógica (necesario reiterarlo), al ser atendidos los viejitos en su sistema hospitalario, ello permitiría mejorar sustancialmente la atención médica del resto de los habitantes  en todos los hospitales, clínicas y Ebais de la Caja.

¡Unamos pues voluntades, para hacer realidad el formidable sistema hospitalario que, por supuesto, se desarrollaría guardando estricta atención a las particularidades ambientales que conlleva un proyecto de minería como el que habremos de hacer realidad para los costarricenses. Proyecto indiscutiblemente urgente, razonable, único, y más importante, posible… si usted, señor Presidente, así lo dispone patrióticamente, por lo cual, el noble pueblo costarricense le estaría eternamente agradecido.

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