Opinión

El falaz comportamiento bancario en tiempos de coronavirus

El Coronavirus llegó a cambiar nuestro estilo de vida, llegó a cambiar nuestra sociedad y a recordarnos nuestra fragilidad.

El Coronavirus llegó a cambiar nuestro estilo de vida, llegó a cambiar nuestra sociedad y a recordarnos nuestra fragilidad. En un abrir y cerrar de ojos nos encontramos con más del 50% de los procesos productivos paralizados a nivel mundial, con un desempleo que crece vertiginosamente y con la calamidad hundiendo sus garras despiadadamente en la población.

Para enfrentar esta crisis mundial se hace urgente rescatar a la sociedad entera de esta voraz pandemia sanitaria, económica y social que estamos atravesando. Pero algunos actores económicos, lejos de ver infortunio como una circunstancia para la solidaridad, la aprovechan erróneamente para abusar de la necesidad humana.

Ante esta triste realidad, es importante entender y analizar las medidas de mitigación anunciadas por las autoridades financieras y las respuestas de la banca pública y privada, ya que parece que no están entendiendo la dimensión del problema que estamos atravesando.

La oferta que algunos bancos anuncian como gran medida de salvamento: capitalizar los intereses de los préstamos a miles de hogares y Pymes por dos meses, la mayoría a tasas de usura, a todas luces es una de muy mal gusto. Equivale, ni más ni menos, a la colocación automática de nuevos créditos a tasas abusivamente altas, negocio que en condiciones de normalidad difícilmente hubieran logrado obtener. Por otra parte, contempla pasar créditos de “Tasa Cero” a pagar dentro de dos meses las tasas abusivas de las tarjetas, por el solo hecho de ofrecer una moratoria. Ese es otro gran abuso que busca aprovecharse de la crisis nacional y que muestra la insensibilidad con que estos banqueros ven a sus clientes.

Por su parte, el Banco Central ha bajado las tasas de interés de referencia y el Encaje Mínimo Legal para abaratarles el costo de los recursos a los bancos, sin que estas medidas lleguen a los deudores. Por el contrario, este menor costo solo ha servido para que los banqueros incrementen sus ganancias. Además, cláusulas abusivas como las tasas de interés mínimas (tasas piso) en los contratos, impiden que cualquier mejora en las condiciones financieras llegue a las familias endeudadas o a las pequeñas empresas, pues los contratos establecen que: si suben las tasas de referencia, las tasas de los préstamos subirán con estas, pero si bajan las tasas de referencia, el deudor no se puede beneficiar.

Le he señalado reiteradamente al Consejo Nacional de Supervisipon del Sitema Financiero (Conassif) este problema que afecta directamente los bolsillos de miles de costarricenses. Le he hecho saber que Costa Rica tiene al menos 30 cláusulas abusivas en los contratos que no se permiten en los países de la OCDE, pero no he obtenido respuesta alguna y tampoco soluciones al respecto.

El comportamiento correcto de los bancos públicos y privados en esta crisis debería ser de apoyo solidario a todos los sectores de la sociedad, facilitando el ajuste ante una situación adversa, en el entendido de que todos estamos en pérdida y que de no hacerlo todas sus carteras caerán pronto en impago de manera generalizada y la solidez del sistema financiero crujirá desde sus cimientos hasta derrumbarse, producto de su propia voracidad. Es bien sabido que por más buenos que sean los bueyes para jalar, si le sobrecargan la carreta tarde que temprano van a reventar.

Se requieren medidas drásticas: que los reguladores bancarios adecuen con urgencia la normativa bancaria, que eliminen una serie de ocurrencias que aún persisten y que dificultan el accionar de la banca comercial. Es necesario también generar arreglos de pago masivos con opciones de refinanciación flexibles, con tasas de interés al costo a lo sumo. Además, eliminar todas las cláusulas abusivas que extraen renta a los deudores y otorgar crédito barato de apoyo para la supervivencia de las empresas, ya que serán estas las que después de la crisis generarán el empleo y la producción necesaria para estabilizar la economía.

Lo que se plantea, mientras pasa la pandemia del COVID-19, es dejar el sistema económico en hibernación ordenada, donde todos los actores entiendan que la sinergia y la solidaridad son la clave para minimizar las pérdidas. No entenderlo así provocará que entre en una espiral descendente desordenada y caótica, donde lamentablemente todos perderemos.

Son tiempos de solidaridad, filantropía, generosidad y de fraternidad para subsistir como nación. Hago un llamado urgente a las autoridades del sector financiero para que convoquen al gremio de banqueros y de manera conjunta se sumen solidariamente al rescate de la patria, y que pospongan sus apetitos mercantiles, al menos hasta que la calamidad haya pasado.

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