Opinión

El espectáculo

Para existir en nuestra sociedad contemporánea, hay que estar incorporado a las redes sociales y dar a conocer los gustos estéticos,

Para existir en nuestra sociedad contemporánea, hay que estar incorporado a las redes sociales y dar a conocer los gustos estéticos, la mascota preferida, la casa de habitación, el último café tomado, la celebración del té y las más ínfimas intimidades: “topless”, un anglicismo, un eufemismo que indica “pechos descubierto de las mujeres” y otras partes pudientes  que deben ser aprobadas  o desaprobadas por la marea de argonautas del aplauso gratuito. ¿Y qué tiene que ver la sociedad del espectáculo con el cemento chino? ¿Qué tiene que ver la mano blanca del mercado en estas lides competitivas con los partidos de turno?

Calma, prudencia, recato, nada de estertor en asuntos delicados de la “cosa pública”, recomienda Panchito, con breve ostentación de sus tacones cubanos y criterios lingüísticos. Los que pretendían sacarle provecho al contexto electoral y vilipendiar al gobierno de turno, se encontraron con un tejido social que hace estremecer a los tres poderes de la República, a los empresarios-políticos o políticos-empresarios, los banqueros nacionales y transnacionales, y algunos medios de comunicación. En fin, esa red de influencias, de favoritismos, está restringida a un círculo que tienen la franquicia exclusiva del poder para dilapidar los fondos públicos, “piñata” le llaman en otros lares.

Y el tráfico de influencias y la responsabilidad que conlleva cubre a este gobierno y a otros que se pretendían cobijar “con el manto del muerto”, según el decir de mi estimado Albin.  Por dicha solo es un susto de dólares. ¿Y cómo se investiga un asunto político desde la política de la Asamblea Legislativa? ¿Cómo se investiga elementos del Poder Judicial con los instrumentos del Poder Judicial?  Y ya que ustedes lo piensan, ¿cómo se investiga al Ejecutivo desde el Ejecutivo? –Fácil, dirán unos, “desde el Ministerio Público”. Como dice mi estimado Panchito, estas cosas son misteriosas, únicamente develadas para los nigrománticos de la palabra, del poder económico.

Y mientras siguen haciendo fila los implicados del “cemento chino” en la Comisión de la Asamblea Legislativa (ahí hay de todos los colores políticos, incluyendo las sectas conocidas y el impoluto partido libertario, incorregible con los sonidos monetarios). Y desde más allá de los desastres naturales, el señor Trump sigue ostentando su filantropía para que el mundo le rinda pleitesía. Y empieza agitar su “big stick” o “Doctrina Monroe” que es una muestra de razonabilidad en el sentido de la convivencia pacífica. En segundo lugar, es una alocución al humanismo y sensibilidad para mantener el orden social, económico y político. Y como todo devoto de las redes sociales usa su ferviente chauvinismo para exhortar, desde el púlpito de la ONU, a los jefes de Estados para que emulen sus dotes artísticas con ribetes histriónicos y circenses.

Pero, dejemos a este conspicuo personaje, que tiene un sitio de privilegio en la sociedad del espectáculo, para que siga ilustrando al mundo con su erudición, y volvamos a los implicados del “cemento chino”: ¿quién o quiénes están detrás del negocio…? ¿Será que faltan los convidados de piedra en este exhibicionismo de mecenas?

Suscríbase al boletín

Ir al contenido