Opinión

El drama del cuidador-familia

Mi abuela-madre, doña Edin, murió el 5 de diciembre anterior, a sus casi 102 años. Con esto, llegó a su fin casi 15 años

Mi abuela-madre, doña Edin, murió el 5 de diciembre anterior, a sus casi 102 años. Con esto, llegó a su fin casi 15 años de mi labor como cuidador de mi viejita, la cual había iniciado en el 2001.

La bendición de cuidar a mi abuela tuvo su origen, cuando en aquel 2001, por pura negligencia, ella casi muere. A partir de ahí, yo me hice cargo de las decisiones y actividades de ella, y ella entregó su vida a mí. Desde entonces, ella tuvo una alimentación alta en frutas, actividad física y un besito en la mañana, otro al dormirse y un montón de estos más muchos abrazos entre ambos momentos.

Esto sucedía mientras la sociedad veía (y ve) con malos ojos que sea un hombre quien haga estas funciones. Sin embargo, ella sentía plena confianza y comodidad conmigo, y con nadie más. La sociedad y la gente no entienden que lo importante es que la persona adulta mayor tenga una vida digna, que reciba amor, buena alimentación, actividad física, que siempre esté aseada, que tenga límites, que pueda expresar todo el cariño que guarda dentro de sí.

Y no hay que idealizar la cuestión, cuando se es cuidador. Algunas veces uno se equivoca y quien es cuidado también. Lo importante es que, en el caso del cuidador que es también familiar, la persona cuidada se sienta amada, querida, protegida, acompañada. Que al final de la jornada, independientemente de los problemas que se
enfrenten en el día a día, mi viejita recibiera sus buenas noches, su beso y la promesa de que si necesitaba algo en la noche, no dudara en llamarme.

Dos procesos que se sufren, ante la muerte de tal ser querido, no se le pueden desear ni al peor enemigo: la negación y la culpa.

En plena vela de mi abuela, recordé que meses atrás dándole de comer a un apetito cada vez más disminuido, pensé: “Abuela se está muriendo”. Fue entonces cuando, en plena negación, intenté revitalizarla, a pesar de que su cuerpo daba más y más síntomas de deterioro, mien-
tras yo experimentaba cada vez más enojo, frustración e impotencia, ante la inevitable situación. Me recuerdo diciendo: “Abuela, por favor, coma porque se me va a enfermar”, cuando ella estaba realmente muriendo.

Con la muerte del ser querido del cual se tenía responsabilidad, el cuidador no puede evitar pasar por un período de culpa, ya que su misión “fracasa” cuando la persona cuidada muere.

Así, entre la pena de perder al ser querido y el tener que seguir adelante, se experimenta la sensación del poder haber hecho más. El desgraciado (mas necesario elemento dentro del proceso de duelo) “si hubiera” abre un mundo de imposibles posibilidades que son simplemente el mecanismo de tortura que se autoelige para no soltarse del ser querido y aferrarse a las ganancias secundarias.

En este proceso, se revisa constantemente la oscura secuencia de hechos que han desembocado en la muerte del ser querido, se repasan los sucesos, cada episodio de los últimos días, meses; recuerdos que se encuentran enmarañados en un lúgubre neblina que impide acceder a muchas cosas que se dieron. El no poder recordar todo es el punto donde se alimenta la fantasía de la autoculpabilización.

El cuidador-familiar experimenta ante la muerte del ser cuidado el lado oscuro de una relación que no es solo “laboral”, sino afectiva. Lado del cual no puede substraerse y que hace que el duelo tenga algunas características diferentes al de los demás familiares.

Lo importante es no sumirse ni en la culpa, ni en el apego que esta conlleva. Hay que recordar la inmensa oportunidad que es compartir con el ser amado que se cuidaba y que deja vivencias únicas. Hay que llorar lo que haya que llorar.La culpa y la negación son procesos fundamentales en el dejar ir a la otra persona, son situaciones necesarias que hay que enfrentar para efectuar un duelo adecuadamente.

El cuidador-familia debe aprender a sobrellevar la pérdida en su doble rol, en mi caso como nieto y como cuidador, roles amigos, a veces, y antagónicos, otras.

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