La más reciente encuesta del Centro de Investigación y Estudios Políticos coloca a la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) como una de las instituciones mejor valoradas por la sociedad costarricense (CIEP, 2020). De alguna forma resulta lógico que en medio de una pandemia recordemos la importancia de una institución dedicada a cuidar nuestra salud y bienestar.
Sin embargo, en las últimas décadas esta institución ha sufrido los embates de la corrupción, la desidia, problemas burocráticos y numerosos intentos por debilitarla. El primer ataque ha sido el incumplimiento en los pagos de las cuotas obrero patronales, que lamentablemente han sido recurrentes. Frente a ello, la CCSS ha realizado esfuerzos por combatir la evasión, que no siempre han sido exitosos. También le afectan las condiciones estructurales de la economía y el empleo, como la informalidad, el subempleo y desempleo, que generan enorme presión a la Institución y se han visto agravadas por la emergencia actual.
La deuda que el Estado costarricense mantiene con la Caja ha sido el motivo de la reciente discusión. Los montos elevados se explican por varios factores, entre ellos que la CCSS haya asumido responsabilidades y onerosos gastos a nombre del Estado. Varias leyes emitidas sin contenido presupuestario en las décadas de los 1980 y 1990 generaron mayores presiones y crecimiento de la deuda estatal. En esas décadas, pero también recientemente (2008-2010), se tomaron decisiones sobre la estructura salarial y de empleo que han encarecido la estructura de costos de la CCSS. El cambio en el perfil demográfico del país es otro elemento que amenaza la sostenibilidad de la Caja, pues la expectativa de vida creciente encarece el pago de pensiones y cuidados en salud.
Frente a esta situación, la administración Chinchilla Miranda tuvo que enfrentar la crisis financiera de la Caja y empezar las gestiones de un préstamo para saldar la deuda. La administración Solís Rivera impulsó ese financiamiento con el Banco Mundial y se logró concretar, con el apoyo de la Asamblea Legislativa, por un monto de $420 millones. Se trató de un mecanismo financiero innovador, pues los desembolsos estaban condicionados al cumplimiento de objetivos. Ese préstamo se acompañó también de transferencias directas para abonar al pago de la deuda.
Esas gestiones y el esfuerzo de la última década por mejorar la gestión, se han traducido en la construcción de hospitales y centros de salud, fortalecimiento del primer nivel de atención y mejora en los servicios. Estos fondos permitieron iniciar el conjunto de inversiones más grande en la historia de la Caja, por casi ₡841 mil millones entre 2017 al 2021.
Frente a los riesgos de debilitamiento de la CCSS, en la última década se han tomado decisiones políticas y se han realizado gestiones para fortalecer esta institución. La primera línea de batalla en esta defensa de la Caja son las personas trabajadoras de la institución, la mayoría de ellas formadas en las universidades públicas. Su mística, calidad y compromiso son motivo de admiración y enaltecen el concepto de servidores públicos, tan vilipendiado en años recientes.
Seguramente existen todavía muchos retos y problemas por resolver. Sin embargo, si en la última década y especialmente en los últimos cinco años se hubiese debilitado la Caja, lo estaríamos pagando hoy con un número mayor de personas fallecidas.
Enfrentar una emergencia con una institucionalidad debilitada es muy peligroso. El primer riesgo es para la democracia, pues un Estado que no puede asegurar el bienestar de sus ciudadanos está condenado a su deterioro. La democracia depende de una institucionalidad que proteja los derechos de la ciudadanía. Así, al asegurar que todas las personas tengan cobertura de salud en Costa Rica —sin ningún tipo de discriminación— la Caja ha realizado una importante contribución a la constitución de una ciudadanía universal y especialmente a la democracia costarricense.
El Seguro Social está en el corazón de la mayoría de nosotros y, en los momentos de crisis, debemos renovar nuestro compromiso con su fortalecimiento y generar las condiciones para un debate serio, informado y equilibrado sobre cómo abordar ese reto. Literalmente, nuestra vida depende de ello.