Opinión

El Censo Nacional de Población y Vivienda 2022

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) tiene amplio reconocimiento nacional e internacional por la calidad de sus estadísticas. Previo al ingreso del país a la OCDE, ese organismo aprobó una amplia y rigurosa evaluación del INEC y del Sistema de Estadística Nacional (SEN) y, este año, reconoció los avances y mejoras del SEN. En el caso de los censos de población, es uno de los países latinoamericanos con mayor trayectoria, experiencia y reconocida calidad de estos procesos. Por ello, y por la rigurosidad metodológica que caracteriza al INEC, no se debe adelantar criterio, ni achacar responsabilidades sin haberse realizado una evaluación integral del proyecto censal y de las condiciones en que se ejecutó.

Los censos son decenales. Por su complejidad, la etapa preparatoria se realiza al menos tres años antes, durante la cual se planifica y ejecutan múltiples actividades metodológicas y de campo.  Correspondía su ejecución en el 2021; sin embargo, debido a restricciones para la ejecución presupuestaria, no fue posible para el INEC ejecutarlo. En ese año se realizó un censo piloto en el cantón del Guarco, con lo cual se probaron con éxito los instrumentos de recolección, el procedimiento de captura de datos y su procesamiento.

Las nuevas tecnologías y sistemas informáticos fueron incorporadas por el INEC en el XI Censo de población y VII de Vivienda: cartografía digital con georreferenciación de cada vivienda del país, procedimientos organizativos y administrativos automatizados, cuestionarios digitalizados en su captura y procesamiento, herramientas para el auto censo, procesamiento y codificación con rutinas automáticas previamente validadas. Se esperaba un censo exitoso. Con estas herramientas se podía disponer de un mejor control en campo y mayor oportunidad en la obtención de resultados. ¿Dónde estuvo el problema?

El INEC ha explicado con amplitud y transparencia las condiciones que se presentaron y afectaron una buena recogida de datos. Una de esas razones, en la que conviene profundicen los expertos sociales, es la desconfianza y la falta de compromiso de la población con estas causas nacionales.

Sin embargo, creo que se debe destacar, ante todo, el hecho de no poder contar con el personal de campo idóneo. Desde 1950, los censos decenales se han realizado con la colaboración del Magisterio Nacional, los maestros, y también con los profesores en los últimos censos. Debido a que no es una tarea obligatoria para ellos, cada vez era más difícil contar con todo ese personal; sin embargo, su participación era garantía para una adecuada cobertura y calidad censal. Las razones son, entre otras, la distribución geográfica de las escuelas, proporcional a la población, su alto nivel académico, la familiaridad con procesos de capacitación, el conocimiento de su zona de trabajo, la confianza de la población en ellos y, sobre todo, la estructura jerárquica y su respeto por parte de los maestros, la cual era aprovechada por el INEC, para la organización y ejecución del trabajo de campo. Para el país ha sido un verdadero lujo haber podido contar con esa colaboración del Magisterio en censos anteriores.

Debido a los efectos de la pandemia por Covid 19, existía presión para realizar el Censo, disponer así de información actualizada y poder evaluar su impacto en las diferentes zonas del país. Sin embargo, también por la misma razón, no era posible contar con los maestros para levantar la información censal. Se requiere la suspensión del ciclo lectivo al menos por dos semanas, lo cual no se consideró posible, por la afectación sufrida ya por la pandemia en el cumplimiento de programas educativos y por el esfuerzo adicional que se solicitaba a los maestros para recuperarlos.

El INEC se vio en la disyuntiva de no realizar el censo, posponerlo un año más (sin ninguna garantía de poder contar con el magisterio), o utilizar una estrategia diferente. El INEC, ante la presión por información actualizada, optó por la opción de reclutar personal en cada distrito y comunidad del país, apoyado en las asociaciones de desarrollo comunal para, con ellas, reclutar el personal en la comunidad, a la vez que se brindaba un ingreso adicional a los jóvenes y adultos, muchos afectados por la pandemia. El uso de dispositivos móviles facilitaba la captura de los datos y permitía una homogeneización en la calidad del registro de datos; sin embargo, fue claro que la tecnología no lo puede hacer todo.

Debe el INEC, ahora, llevar a cabo al menos tres importantes tareas:

La primera, continuar la labor técnica de evaluar los datos obtenidos y determinar la forma en que podrán ser ajustados y aprovechados. La segunda, realizar una evaluación integral del proyecto censal, sobre todo de la etapa de recolección de datos, como insumo para el análisis del rumbo futuro de los censos nacionales. La tercera, impulsar y reforzar la obtención de información estadística proveniente de registros administrativos disponibles, como fuentes complementarias y alternativas a la que dan los censos, lo cual puede reducir la carga de información del censo y facilitar su ejecución futura.

Por último, debo manifestar mi sorpresa ante la ausencia de divulgación en este Semanario de los datos presentados por el INEC el día 20 de julio, considerando que la UCR, desde su academia e investigación, ha tenido y tendrá un rol importante en la obtención, análisis y evaluación de los datos estadísticos, sus artículos previos en relación al censo no han aportado una crítica constructiva.

 

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