Opinión

El asedio de Latinoamérica

Las explicaciones de los recientes estallidos sociales en Ecuador, Bolivia, Argentina y particularmente en Chile han girado en torno a un enfoque omiso que, entre otras cosas

Las explicaciones de los recientes estallidos sociales en Ecuador, Bolivia, Argentina y particularmente en Chile han girado en torno a un enfoque omiso que, entre otras cosas, no distingue el campo socioeconómico del político, la relativa autonomía de cada uno de estos y menos aún sus interacciones mutuas: saltan alegremente de uno a otro campo.

Estas “explicaciones” padecen de un extrañamiento de sus propias producciones, cuyos fracasos recurrentes, cuando los reconoce, los asume como transitorios. Enfatizan antojadizamente algunos factores externos de orden político o geopolítico, e ignoran las condiciones internas con las que cotidianamente debe vérselas la gente: asuntos del campo socioeconómico. Así, instalan en las afueras su explicación, reduciéndola a un asedio. Tal es el tratamiento dado al repudio masivo de la población chilena, al modelo de sociedad heredado de la dictadura militar que derrocó al presidente Allende.

Cecilia Morel Montes, esposa del Presidente Piñera, en un candoroso y lastimero tono, hizo un llamado angustiante a sus amigas: “vamos a tener que disminuir nuestros privilegios y compartir con los demás”. Su conocida explicación que a modo de disculpa por este indecible sacrificio fue “invasión alienígena”.

Cuando la percepción del mundo en que se vive es de un estado de armonía, de un estado perfecto, la única explicación posible a la perturbación de esta perfección es acudir a una fuerza exterior; en este caso, al espacio sideral. Su idea de “compartir” es una concesión desesperada pero transitoria (“estado de excepción”), después de la cual retornarán al estado idílico. Aunque reconoce la posesión de “privilegios”, esta sensibilidad procesa el “retribuir” como dejarle a “los demás” una pequeña porción de todo lo que ya le tomaron; en fin, el llamado de la señora Morel a sus amigas es a robar un poquito menos del fruto del trabajo de los alienígenas, su pueblo.

Por su parte, con un matiz un tanto diferente, el influencer cubano Carlos A. Montaner, más que explicación levanta una acusación. Antes debe establecer las premisas que niegan la realidad: “¿por qué atacar a Chile? No creo que sea la desigualdad”. Y bueno, en asuntos de creencias (“no creo”), al opinólogo, como a cualquiera, le asiste la prerrogativa de levantar la fe que satisfaga y de sentido a su vida.

Pero si de alguna objetividad de análisis se trata, la ruta de saltarse alegremente la realidad que manifiestan al menos millón doscientas mil gentes en las calles, es una acción esquizoide, que como intento de alcanzar un poco de estabilidad emocional y renovación en su fe maltrecha por  la realidad, se entiende, pero no como un proceder analítico sensato que posibilite una acción social y humana adecuada.

Con la realidad social negada (todo lo que hace que Chile tenga sostenidamente un lugar destacado entre los países más desiguales del mundo), el presidente del Interamerican Institute for Democracy, procede a ensayar su explicación/acusación: “sostengo la acusación de que se trata de los comunistas”. A ver, socialdemócrata, liberal, neoliberal, comunista, anarquista, y demás, son denominaciones de fuerzas políticas que luchan por alcanzar hegemonía, no necesariamente fuerzas socioeconómicas (clases sociales), las cuales viven estas en función de su supervivencia.

Esta ruta omisa obliga a concluir que más del 85% de la población chilena (los que apoyan un cambio estructural) son comunistas. La otra opción dejaría manifiesto el desprecio que le tiene a la gente: borregos que marchan al matadero; masas manipulables. Para arribar a esta “explicación” quizás escuchó la voz del protagonista del modelo. Consumado el golpe y con la sangre aún derramándose por todo Chile, el General Pinochet aseguró: “Yo no creo que se haya triunfado totalmente sobre el comunismo. El comunismo es como un fantasma. Cuesta mucho atraparlo”. ¿El mismo fantasma que ya no solo recorre Europa? Les ha venido muy mal haber decretado la muerte de aquellos a quienes ahora invocan para explicar sus fracasos.

Montaner vuelve y declara su preocupación central: “Chile es un ejemplo clarísimo de que la respuesta a todos nuestros problemas está en la libertad, la propiedad privada y el mercado”. Propiedad privada y mercado son entidades perfectas, responden -resuelven- no algunos, ni siquiera la mayoría, sino tajantemente “todos” los problemas; “nuestros problemas”. Además, no lo expresan las mayorías; por su pluma se expresan –vociferan- las grandes corporaciones: “nuestras” propiedades, mano de obra y libertad para hacerse de las ganancias. Nuestros problemas son los únicos admitidos. Los demás son falsos problemas: utopías, subversión o, por supuesto, asedio.

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