Opinión

Ejemplaridad Pública II: luces y sombras en la alma máter

En este segundo artículo, siguiendo algunas líneas de argumentación del filósofo español Javier Goma, en la Ejemplaridad Pública como modelo de gobernanza

En este segundo artículo, siguiendo algunas líneas de argumentación del filósofo español Javier Goma, en  la Ejemplaridad Pública como modelo de gobernanza frente a la crisis (Taurus, 2009), me interesa destacar lo siguiente: “la lucha por la liberación individual reñida por el hombre occidental durante los últimos tres siglos no ha tenido como consecuencia todavía su emancipación moral. Ha sido una causa dignísima esa pelea contra la opresión, la coacción y el despotismo ideológico que gravitaban sobre el yo, porque gracias a ella se ha ensanchado inmensa y dichosamente la esfera de la libertad individual”.

Este es uno de los argumentos esgrimidos por Goma,  para plantearnos su reflexión y propuesta sobre este concepto de Ejemplaridad Pública. Resulta relevante ubicar el concepto en esa esfera del binomio: personal, privado, individual y como sujeto social, parte de una comunidad especifica.

A partir de lo anterior y en la actual coyuntura universitaria, se pueden elaborar dos tipos de reflexiones: Una, ligada a la responsabilidad personal e individual de las personas universitarias en vencer los miedos propios e inducidos. Aquí el espacio de la libertad individual reviste primordial importancia. Por ello. me preocupa cuando destacados universitarios y universitarias, de alguna manera se sienten limitados, coaccionados o víctimas de un miedo institucional –real o ficticio–, el cual les impide manifestarse en un ejercicio pleno de su libertad individual como miembros de esta comunidad. Eso que denominaba Rodrigo Facio: “el espacio más libre dentro de la pequeña República universitaria”.

El otro mensaje o reflexión se relaciona directamente con la necesidad de una emancipación moral de la persona en su doble dimensión: individual y social. Aquí, por supuesto, el concepto indicado de ejemplaridad pública  tiene una significación especial, pensando precisamente en el rol o papel que cumple y deber ser de una comunidad como la nuestra. Esta comunidad universitaria que como un todo sigue manteniendo una presencia, reconocimiento y prestigio en el imaginario y percepciones de las personas costarricenses.

Cuando afirmo la existencia de luces y sombras en la presente coyuntura, las relaciono directamente con estos comportamientos individuales y sociales de nosotros como comunidad. Tanto las autoridades como el resto de universitarios, estamos incurriendo en complicidades por acciones, omisiones y silencios. Y es que peligrosamente estamos siendo llevados a una situación que ya pronosticaba Rodrigo Facio en 1955, cuando sentencio: “El día en que la Universidad estuviera al servicio de un poder político, o de una confesión religiosa, o de una tendencia anti-religiosa mutiladora de la integridad de la vida interior, o de un sectarismo doctrinario, o de una discriminación racial, o de un privilegio económico, o de una distinción social, ese día seria, pese a las brillantes apariencias y a las frases elaboradas con que se pretendiese disimularlo, el de la liquidación de la vida espiritual creadora en la institución y, por ende, el de ella misma”. (Rodrigo Facio Brenes, Clausura del Año Académico, 22-12-1955)

Con estas reflexiones, espero que “poner las barbas en remojo”, como nos recomendaban  nuestros sabios abuelos, nos motive, a la luz de esa ejemplaridad pública, para por fin actuar.

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