Opinión

Eduardo Madrigal, el poeta de los sueños imposibles

En la suma de la literatura costarricense existe un vibrar de aciertos en tres libros.

En la suma de la literatura costarricense existe un vibrar de aciertos en tres libros.

El encantador de Serpientes, obra de Maricruz Prada, novela policíaca de una calidad donde el asombro es una riada de tonos extraños.

Ana Cristina Rossi nos brindó en las páginas de su obra La Romana Indómita un libro donde cada página es el logro de un arte purificado, de un arte novelístico -puede que único- en la literatura de América al día de hoy.

Con una nitidez de sorpresa se nos brinda la página de un poeta: Eduardo Madrigal Castro nos ha inspirado este artículo después de haber sentido la inmensa realidad de una página y muchas páginas donde la poesía se hace señora de la voz, los sueños, esperanzas, y un saber y sabor en el alma como pocas horas de solaz y alegría nos suelen ofrecer los poetas.

En El viaje de mi voz, el poeta se hace acompañar por el pincel del maestro Eduardo Torijano y en sí, lo que es decir mucho y decir más en la creación, la sentida narración de este libro.

El maestro Jorge Andrés Camacho presenta una página de Eduardo Madrigal y nos invita a leer:

“Hoy canto así

dejo así mi dolor

quiero seguir mi canción”

Desde ese momento nos riela en el alma mariposas en primavera cuyo único y todo su oficio es cantar como lo hace el ruiseñor y llorar al mismo son de las piedras en el río… todo lo que el corazón de un poeta ha acumulado – años y años y años y años- desde que era un niño abanicado por las mañanitas,  que solía meditar “no llegarían nunca”.

Y un día nos han llegado hasta nuestras manos. Y los ojos se quedan en los ojos, como escribía José María Penán, es con la finalidad que se logra llegar hasta los ojos de un lector que a momentos no sabemos en este rosario de palabras hermosas dónde el poeta se asombra a sí mismo por ser “enamorado de la vida”; hermoso pensamiento que rara vez se allega hasta la vívida conciencia celular del poeta. Así se inicia la vida de sus versos y existe la cadencia del tiempo que solamente el poeta lo sabe y usa proyectar el hombre del que va, viene, y se inunda de silencios vespertinos en busca -quizás- de amaneceres en donde la vida es una voz, un viaje, una promesa.

El poeta Eduardo Madrigal Castro, con su lanza unamunesca (no cervantina) da la ofrenda de lo que es y debe ser un libro de poesía. El libro es el título en uno de sus poemas: “Una historia de amor”.

En un silencio de muchos años escuchamos esas palabras de Eunice Odio, cuya herencia aporta en las páginas de este libro Eduardo Madrigal.

Bueno y bueno, hemos recorrido un sendero desde las manos de este costarricense: soñando cuando sueña, llorando como usa su llorar y desde la pauta de un meditar silencioso cuando el poeta al escribir lo que escriba, ilumina el corazón de sus lectores.

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