A continuación me referiré a otros tantos disparates y falacias mencionados en el programa radial Desayunos de Radio Universidad del 12/6/15, donde sin contraparte alguna y siendo un tema de debate, Constantino Urcuyo y Ronulfo Jiménez, entrevistaron al Sr. Geovanni Garro, un tecnoentusiasta de los cultivos transgénicos (goo.gl/kT7M3y).
“LOS RIESGOS ESTÁN EN TODOS LADOS”: dice Jiménez para intentar tranquilizarnos. Efectivamente, así es, solo que en este caso no tiene sentido incluir riesgos adicionales a los existentes, especialmente si ponen en peligro nuestra salud.
Es como apuntarse, sin ninguna necesidad, a jugar en una ruleta con “premios” no deseados por nadie (ver: goo.gl/WPJ4SB, goo.gl/FBMuzc).
RIESGOS PARA LA SALUD: los pseudoalimentos transgénicos constituyen indudablemente riesgos e incertidumbres para la salud, porque los residuos de sus agrotóxicos están ahora en nuestros platos y cuerpos (goo.gl/z4eTSV).
Así lo reconocen la Organización Mundial de la Salud (OMS), otras organizaciones internacionales y estudios científicos independientes sobre estos productos (goo.gl/r8n7Gs).
Al respecto, recomiendo la lectura de los artículos Alimentos transgénicos: incertidumbres y riesgos basados en evidencias (goo.gl/vu5tdU), y ¿Quiénes afirman que los transgénicos son seguros? (goo.gl/FGYQ6S), así como la consulta de otros títulos en goo.gl/qscsF1 EQUIVALENCIA (IN)SUSTANCIAL: en un tema donde está involucrada la salud, Garro promueve el obsoleto, ampliamente rebatido, poco científico y ambiguo término de “equivalencia sustancial”, afirmando que “estos productos han pasado cerca de 20 análisis”, en los que supuestamente “se estudia todos los componentes de esta nueva planta”, y que con eso se puede estar “completamente seguro, muchísimo más seguros”, respecto a “todos los productos que actualmente nos estamos comiendo de forma convencional, de forma orgánica”, lo cual es –por razones obvias- totalmente falso (goo.gl/SjfBlZ).
Como lo expone Riechmann: “Si esta comparación muestra que un determinado alimento transgénico es químicamente similar a su equivalente tradicional, se considera sustancialmente equivalente.
Para llevar a cabo estas comparaciones no existe una metodología estándar razonablemente legitimada; pero el problema mayor es que sencillamente no es posible predecir los efectos bioquímicos, toxicológicos o inmunológicos de un “alimento novedoso” a partir de su composición química.
Un buen ejemplo son precisamente los priones, proteínas infecciosas responsables de las encefalopatías espongiformes (enfermedad de las vacas locas y otras): la proteína infecciosa es idéntica en su secuencia de aminoácidos a la proteína celular normal, que se encuentra en todos los individuos sanos, y lo único que cambia es su conformación y estructura.
De acuerdo con los criterios que se están manejando, la carne infecciosa de vaca loca es sustancialmente equivalente a la carne de una res sana” (goo.gl/G7ohd1). SOYA TRANSGÉNICA Y SALUD: a la consulta de una radioyente sobre la producción de una hormona cancerígena en la soya transgénica, Garro responde que no sabe, y a continuación afirma que “a la fecha no se ha encontrado” y que “la soya es uno de los principales productos a nivel mundial y quizá fue el primero (sic) en ser sembrado de forma comercial”, lo cual no es –de manera alguna- respuesta de recibo.
El mito de la soya (transgénica o no) como “alimento milagroso” se cuestiona cada vez más (goo.gl/YYRx2). La soya transgénica, con respecto a la natural, contiene –entre otros- residuos de herbicidas, especialmente del cuestionado glifosato (goo.gl/JXIuZt), del que se conoce que produce varios efectos tóxicos, entre ellos algunos relacionados con el sistema hormonal (goo.gl/ncpcyD).
En los próximos artículos, me seguiré refiriendo a otros temas tratados en esta entrevista.