Opinión

Derecho de respuesta del director del Seminario Nacional Nuestra Señora de Los Ángeles

El reportaje publicado por los periodistas Álvaro Murillo y Luis Fernando Cascante en el Semanario UNIVERSIDAD

El reportaje publicado por los periodistas Álvaro Murillo y Luis Fernando Cascante en el Semanario UNIVERSIDAD, tanto en su edición digital del día 26 de marzo de 2019 y en la publicación en físico del 27 de marzo del mismo año que se titula: “Escuela de sacerdotes arroja pistas sobre la crisis de la Iglesia” complementado por el reportaje de la misma fecha y de los mismos autores: “Los sacerdotes que no fueron: el Seminario es un clóset con candado” son inexactos y agraviantes por lo siguiente:

  1. En primer lugar se afirma textualmente que en esta casa de formación sacerdotal existe y se fomenta “una cultura interna de encubrimiento al otro como mecanismo de defensa para no ser descubiertos en prácticas impropias”.

Esta afirmación hace que el lector(a) excluya de su comprensión nuestro compromiso institucional por asumir una actitud de transparencia a través de acciones determinantes y contundentes cuando se informe sobre conductas que configuren, con prueba suficiente, un abuso de parte de un seminarista a la integridad física, sexual y emocional de otra persona, sin importar los sujetos que estén involucrados ya sean otros seminaristas, sacerdotes, amigos, familiares u otros.

La intención del Seminario no ha sido ni será ocultar esos hechos con una cultura de encubrimiento, calificativo que resulta agraviante para la reputación de los seminaristas y formadores que participamos actualmente del proceso formativo en esta institución que represento.

En línea de transparencia, queremos rectificar a los lectores de este medio que los sacerdotes formadores, aún con nuestras limitaciones, procuramos acompañar a todos los seminaristas para aceptar su historia personal, comprenderla desde el llamado de Dios a una vida plena y los invitamos a caminar desde la conversión para ser un mejor cristiano y posiblemente un sacerdote al servicio de la Iglesia. Siempre confirmaremos nuestro compromiso con la dignidad del ser humano y el respeto a la conciencia.

  1. En un segundo punto, resultan inexactas y agraviantes, por no ser ciertas, las afirmaciones de los periodistas referidas a los padres formadores como sujetos con “dominio sobre la consciencia del seminarista” , forjadores de “relaciones de poder entre guías espirituales y formadores con los aspirantes a sacerdotes, que generan una dependencia para escalar hacia la ordenación sacerdotal o cargos mayores” y promotores de una dependencia a la institución que “propicia situaciones para que los formadores se aprovechan de los aprendices.”

Esto es falso por que los formadores realizamos un proceso de acompañamiento cercano y personalizado al seminarista, únicamente sobre su comportamiento exterior, nunca desde la interioridad o la conciencia moral pues este campo le corresponde a los directores espirituales en plena sintonía, libertad, discreción y confianza con el seminarista. Estos directores espirituales no participan en la decisión de que un seminarista siga o no en el proceso hacia el sacerdocio.

Cada sacerdote formador es consciente de sus limitaciones como cualquier ser humano, pero por el ministerio que desempeñamos, no podríamos dejar de lado el elemento trascendente del misterio de Dios, revelado en Jesús y el don de la fe que sostiene y justifica nuestra labor en la Iglesia. La distorsión que algunos seminaristas o ex seminaristas tengan de esto en una lógica de poder, coerción o dominación, no determina la legitimidad y la validez de este proceso de acompañamiento.

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