Opinión

El déficit fiscal costarricense

Si en el Presupuesto Nacional los gastos son mayores a los ingresos, se tiene un déficit fiscal.

Si en el Presupuesto Nacional los gastos son mayores a los ingresos, se tiene un déficit fiscal. Muchos países tienen déficit para mejorar la calidad de vida de sus habitantes, crear inversión pública y facilidades para el desarrollo empresarial, pero si este no generara crecimiento económico se convierte en un problema. Costa Rica tiene un déficit problemático, que cerró el año 2015 con 5,9% del PIB y el mismo crecerá si no se aprueban los proyectos de creación de impuestos y contención del gasto que el Poder Ejecutivo ha enviado a la Asamblea Legislativa y además, si no existe una fuerte disciplina fiscal que el Gobierno debe robustecer.

El déficit fiscal costarricense obliga al Estado (entre otras cosas) a competir en venta de títulos valores ofreciendo tasas de interés atractivas, lo que hace que estas aumenten en el mercado bursátil, ocasionando que en el sistema bancario se reduzca el crédito que es el “aceite” que hace que funcione y crezca la máquina llamada “economía”. Se produce inflación que es uno de los impuestos más inequitativos que hay y el poco crédito debilita la inversión y, por consiguiente, el empleo. Lo anterior y otros factores directos e indirectos deterioran aun más nuestros niveles de pobreza.

Existen varias formas de resolver el déficit fiscal, una es que el Estado pida prestado a lo interno o externo o sea que se endeude. Otra es vender activos del Estado, lo que significa que las nuevas generaciones van a vender lo que a nuestros abuelos les costó tanto, esto es “vender las joyas de la abuela”, lo cual no está bien visto. También está la emisión inorgánica de dinero, pero se descarta a priori porque el Banco Central no va a incumplir su Programa Macroeconómico por un problema de Hacienda Pública que a él no le concierne.

Entonces: ¿Qué alternativas quedan para resolver el déficit fiscal? La respuesta es aumentar los ingresos del Estado o disminuir sus gastos o hacer una combinación de ambas. Esto es lógico… no hay necesidad de ser un premio Nobel en economía para entenderlo y parece que todos están de acuerdo. Pero, si es tan sencillo y además todos (o casi todos) están de acuerdo… ¿por qué no se hace?

No se hace porque el problema del déficit fiscal no es un problema contable o económico… es un problema político. Aumentar los ingresos del Estado significa aumentar impuestos y disminuir los gastos es eliminar programas sociales, cerrar instituciones e incluso arriesgar a que el Estado sea aun más ineficiente o inoperante. Ambas propuestas no son viables políticamente y el que las proponga se hace a sí mismo un suicidio político.

Lo anterior me recuerda la fábula que origina la expresión popular de ¿Quién le pone el cascabel al gato? Hace muchos años, en un país muy lejano, había una casa vieja infestada de ratones; todos vivían muy felices hasta que llegó un enorme gato gris que empezó a devorarlos. Los ratoncitos muy asustados realizaron una gran asamblea donde aplicaron las técnicas de espina del pez de Ishikawa, el árbol de problemas, un FODA matricial y otras metodologías y técnicas para diagnosticar y resolver problemas. Al final concluyeron que lo mejor era ponerle un cascabel o campanilla al gato para que cuando este se moviera sonara el cascabel y alertara a los ratoncitos a escabullirse y ponerse a salvo. Esta idea fue aceptada unánimemente, pero… ¿quién le va a poner el cascabel al gato? Todos los ratoncitos estaban de acuerdo pero evadían la responsabilidad de realizar esa tarea suicida. Para nuestro caso… ¿cuál político va a asumir el costo político?

Los políticos viven del “cariño del pueblo” y hacer propuestas para aumentar impuestos o disminuir el gasto implica un alto desgaste y hasta su repudio. Sin embargo, el problema fiscal costarricense ha alcanzado niveles peligrosos y puede llegar a ser inmanejable si no se corrige a tiempo. Es necesario por el bien del país, que los tomadores de decisiones de todos los bandos “le pongan el cascabel al gato”.

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