Opinión

Defender el agro, defender la Patria

La ley 4096 de 1968 declaró el 15 de mayo como el Día del Agricultor Costarricense, en reconocimiento a la labor y aporte que hacen las personas agricultoras, ganaderas y pescadoras a nuestro país, aporte que va más allá de las cifras (35% de las exportaciones, 12% del empleo, 7.4% del producto interno bruto, 70% de la canasta básica), y permea los valores más preciados de nuestra nacionalidad. El ideal de “labriego sencillo”, celebrado en nuestro Himno Nacional, no es, como algunos razonamientos superficiales señalan, una muestra de persona atrasada o ignorante. Por el contrario. La palabra “labriego” viene del latín “laborare”, trabajar, esforzarse por algo. Por otra parte, una persona sencilla es aquella que no es ostentosa, que no pretende aparentar lo que no es. A veces uno se pregunta si mucho del impacto negativo que causamos los humanos en el planeta y en la sociedad se debe a estilos de vida alejados de ese ideal de trabajo honesto, y excesivamente impactantes sobre el ambiente.

Como sociedad debemos reconocer esos aportes económicos, sociales, nutricionales y éticos que hacen las personas agricultoras, más allá de la retórica. Debemos favorecer las políticas públicas que conectan la producción nacional con el consumo de alimentos. Hoy en día causa espanto escuchar a ciertos políticos y formadores de opinión insistiendo en el discurso gastado de los 90, de que es mejor importar los alimentos producidos más baratos, porque esto permite que los consumidores paguen menos por la comida. Este discurso ignora (porque conviene a algunos grupos que lucran con él) tres hechos básicos. El primero es de índole económica: al revisar los precios al consumidor de los alimentos importados, resulta que estos son entre dos y medio y tres veces mayores que el precio de importación, o, dicho de otra manera, dos terceras partes del negocio queda en manos de intermediarios y los consumidores no reciben el beneficio de esta práctica, pero sí hay un daño a nuestros productores. El segundo es de índole social: compramos alimentos baratos sin preguntarnos las condiciones laborales de las personas que los produjeron. Por ejemplo, importamos frijoles de países cuyo salario mínimo es 3,7 veces menor que el salario mínimo de Costa Rica, pero la diferencia de precio correspondiente no se refleja en el precio al consumidor. Lo tercero es el tema ambiental. Nuestra legislación ambiental es estricta, y cumplirla conlleva costos. Además nuestros agricultores han hecho grandes esfuerzos para reducir la huella de carbono de nuestra agricultura. Sin embargo, el impacto ambiental de la producción en países de los cuales importamos no se toma en cuenta. Lo importante, en el discurso de los 90, es que se produzca a bajo costo financiero, y los problemas sociales o ambientales asociados son meras “externalidades”.

En ese contexto, marcado por una “cancha dispareja” en la que ponen a jugar a nuestros agricultores, y una porción excesiva del negocio en manos de la cadena de intermediación, Costa Rica ha desarrollado herramientas para acercar la producción al consumo. Una de ellas es el Programa de Abastecimiento Institucional (PAI) del Consejo Nacional de Producción, el cual compra a organizaciones de productores nacionales y abastece buena parte del mercado institucional (escuelas, hospitales, cárceles y delegaciones de policía, principalmente). Estas organizaciones representan una base asociativa de más de 25.000 productores en todo el país. El PAI dinamiza la economía rural y beneficia a agricultores de todo el país, incluyendo territorios indígenas.

Algunos políticos y un sector de la prensa, que parecieran estar al servicio de las grandes cadenas de supermercados que quisieran apoderarse de ese negocio de más de cien mil millones de colones, se han dedicado a buscar las formas de debilitar el PAI, apoyándose en informaciones falsas que repiten ad nauseam como si fueran ciertas. Por ejemplo, dicen que el PAI vende productos de baja calidad, incluso dicen que productos podridos. Eso es falso. Si bien ha habido inconformidades, estas representan menos del 0.1%, y todas han sido atendidas en tiempo y forma. Eso no lo dicen quienes atacan al PAI. El interés es favorecer al sector comercio a expensas de nuestros agricultores. Debemos tener cuidado con esas informaciones y aseveraciones.

Debemos apoyar y defender a las personas agricultoras de nuestro país. Por razones económicas, nutricionales, sociales y ambientales, sí, pero sobre todo porque es lo éticamente correcto, porque así contribuimos al bienestar de quienes nos dan de comer todos los días, quienes nos han heredado los profundos valores sobre los que se cimienta nuestra Patria.

En el día de las personas agricultoras, reconocemos y agradecemos a quienes, con su trabajo honesto no solo nos transmiten valores, sino que permiten, como lo indica nuestro Himno Nacional, que nuestro pródigo suelo siga brindando nuestro sustento.

 

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