Opinión

Defendemos los errores o aceptamos la crítica para mejorar el periodismo en Costa Rica

Soy periodista y, antes de ser diputado (2018-2022) por casi 30 años, ejercí el periodismo independiente con medios regionales en la zona norte de Costa Rica, (Radio Cima, periódico San Carlos al Día, Radio Santa Clara, La Cancha, y hoy, La Región). En lo personal, lo que no me cae no me hiere, y el despectivo término de Prensa Canalla es un calificativo que ganaron algunos medios grandes de este país, cuando no disimulada, si no descaradamente se convirtieron en cajas de resonancia alquiladas a los grupos de interés económico del país.

Generalizar siempre nos lleva al error y ese puede ser el que está cometiendo el actual gobierno, pero no admitir que hay una crisis de credibilidad ganada, con méritos, por los principales medios o más bien empresas de comunicación, es ingenuo y, sobre todo, para un periodista que como yo estuvo muy cerca del poder político.

Hay un dicho erróneo, muy popular, que muchos repiten: “Todos tenemos un precio”. Lamentablemente, creo que no está muy alejado de la verdad, pues hay medios con el precio pegado en la sala de redacción o cuando el periodista desde que es contratado lo primero que debe conocer es el grupo de interés que se defiende y, como me decía un colega que trabajaba para uno de ellos “ya uno sabe dónde está la cerca, y de ahí no se pasa”.

Acaso al querer generalizar nos olvidamos de los negocios por las frecuencias de radio y televisión, los pactos publicitarios donde los medios alternativos no participamos, el utilizar la línea editorial para defender grupos privilegiados del pago de impuestos (renta mundial o renta global) o la defensa de las farmacéuticas para mantener el abuso con el precio de las medicinas, el tema del cemento para defender dos marcas y su acaparamiento del mercado costarricense, o la lucha a muerte que dieron en contra de la Ley de Usura o Datáfonos, son ejemplos de empresas de comunicación, donde el principio fundamental es que el derecho a la información lo sacrifican por sus intereses.

Hay que admitir que los medios más grandes perdieron la hegemonía de la comunicación, para bien y para mal, vivimos hoy la anarquía de la comunicación y eso hace que muchos medios vestidos de piel de oveja se les notaran aun más los colmillos lupinos y evidenciaran aún más la crisis de credibilidad del periodismo.

¿Qué es lo peligroso? ¿Qué los medios o empresas de comunicación sean desacreditados? Yo no lo creo y tampoco se podrá generalizar. Sería pensar lo mismo cuando se critica al Poder Judicial, al Tribunal Supremo de Elecciones o a la Asamblea Legislativa. El mismo Poder Ejecutivo o las iglesias se están destruyendo o se está haciendo un daño social. Vivimos una verdadera crisis en el país por la pérdida de valores, donde se premia más el tener que el ser. Ese es el resultado de lo que hoy estamos viviendo y salpica toda la institucionalidad democrática costarricense, no aceptarlo sí es peligroso.

Los medios de comunicación debemos entrar en autocrítica. No puede ser que a un periodista lo desnuden en su ignorancia porque no sabe hacer una pregunta, o porque no tiene la fuerza para ubicar al político o entrevistado en su lugar; no puede ser que las preguntas, cuando las lleva, se las hicieran en la sala de redacción, acorde a los intereses de la empresa y avergüenzan al periodismo responsable cuando salen a la luz los negocios de algunas empresas de comunicación que están implícitos en las interrogantes.

Una prensa movida por el negocio y no por la razón, que se vende a la publicidad y no responde al interés público, no representa la opinión pública, sino a la opinión del mejor postor. Eso sí que es una prensa canalla y con razón. Tampoco la quiebra de un negocio de ese tipo significa la debacle de la democracia, tal vez, lo contrario.

Prensa Canalla… Como me decía mi mamá, al que le cae el guante que se lo plante.

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