No se relaciona, el caso, con esa ambigua política del “buen vecino”, proclamada por Franklin Roosevelt hacia América Latina en los años 30; más bien se circunscribe en línea bíblica, de amar al prójimo. Dos casos recientes, uno en Niza, Francia, y otro aquí en Costa Rica, reflejan una ejemplar construcción de ciudadanía.
En el país galo, en plena fiesta nacional, ante la matazón premeditada que provocó un joven tunecino, varios ciudadanos intentaron lo desesperado, prácticamente imposible: parar ese funámbulo y funesto furgón. Ochenta y cuatro personas murieron bajo el bestial golpe: centenares están convaleciendo todavía. Niños, adolescentes, extranjeros, hasta personas de la misma “religión” en que se inspiró el macabro maleante.
Alexandre Migues corrió detrás del camión y logró abrir la puerta del conductor; rechazado, cayó al suelo… pero al chofer maldito (adjetivo preciso) esa audacia le cortó el ímpetu: desde entonces ya no pudo matar a transeúntes inocentes. En un video que muchos guardarán en la mente, cierto Franck (no se conoce el apellido) tiró su scooter debajo de las ruedas del automotor; también logró subir y golpeó al malvado maniobrante. Con increíble sangre fría cuenta después: “Me comprometí entero”. Arriesgó su pellejo y anda con tremendo hematoma del culatazo propinado por el asesino en serie. Declara: “no soy héroe sino un ciudadano normal que hizo algo anormal.”
Son hechos aislados, no programados, pero de inaudito sentido comunitario; conviene aplaudir y premiarlos, igual que allá se hizo meses antes en otro caso, en un tren, donde un norteamericano logró inmovilizar a un fanático de esos, dispuesto a volar el tren entero…
En Costa Rica, viendo que dos motociclistas arrebataron el celular de una mujer a pie, un conductor (su nombre hasta este momento tampoco trascendió), tuvo la audacia de perseguir a los ladrones. Mala suerte: por estúpidos se estrellaron y murieron. Sin que en tal situación extrema el medio justifique el fin, ojalá se comprenda la excelente actitud, hasta cristiana, del ciudadano valiente. Otros tantos, drogados por la televisión, más bien se ha visto que quedan de brazos cruzados, sentaditos en el caño, viendo el “espectáculo”. Por ello, una chica salió con piernas amputadas…
Dentro de la “Ley de asistencia a persona en peligro”, en Francia: por ejemplo, si usted pasa por una casa en fuego y observa a alguien desesperado, tiene el deber ineludible de ayudar. De lo contrario, por insensible y hasta indiferente, lo multarán severamente. ¡Cuánta falta hace, en nuestro país una instancia legal de ese tipo! Arranca desde el relato bíblico, donde un generoso samaritano, extranjero nada menos, acude a socorrer a otro ser humano. Esa conducta altruista y hasta valiente allí, por ley ahora ha de generalizarse en el plano de todo ciudadano. Es que… ¡desalmados sobran!