Para entender por qué en los últimos 40 años de gobiernos liberacionistas, socialcristianos y dos del PAC, los costarricenses no hemos dejado de ser víctimas de “paquetazos” fiscales, aparejados de la quiebra inducida de la seguridad social, la educación y un Estado social desnaturalizado, retrocedamos a la esencia misma de nuestra “democracia liberal” con su autoritarismo propio de nuestra oligarquía.
Seguramente esta realidad produce cierto escozor de cara a algunas agrupaciones electoreras y dirigentes que inconscientemente siguen negándose, de igual manera, que perdieron las elecciones de 2022 y quienes ven en los próximos comicios municipales de 2024 la oportunidad de afianzarse, pensando en los comicios generales de 2026.
Si no tomamos en cuenta que durante 1840-1870 el Estado patrimonial-oligárquico (Formas de legitimación de la dominación, Centro de Estudios mexicanos y Centroamericanos en https://books.openedition.org/cemca/2920) selló, en parte, muchas de las prácticas que hasta ahora conserva nuestra “democracia liberal”, difícilmente nos explicamos cómo en los últimos 40 años, unas veces con “diálogo”, y otras a garrotazo limpio, o “ memorandos” terroríficos, impusieron la hoy boyante Costa Rica para pocos, y la nación quebrada para la mayoría.
Cada vez que había una amenaza contra esas élites cafetaleras, terminaba con represión y golpes de Estado, a fin de mantener el statu quo legitimador. Hoy escuchamos hablar a las cámaras y diputados defendiendo las jornadas 4×3 o la Ley de empleo público, arrogándose, sin ningún empacho, la representación del país y no los intereses de una clase minoritaria.
Desde entonces nuestra oligarquía —entendida como el gobierno de una minoría— se garantiza el control absoluto de nuestra democracia liberal, ajustando todo a sus necesidades y las exigencias del tiempo.
La ilusión de las amas de casa, de los obreros, los estudiantes, movimiento popular, etc., de que en algún momento serán tomados para configurar una democracia participativa y con mayor justicia social, por encima de la intermediación que hacen los partidos políticos vinculados a la burguesía financiera, importadora y agroexportadora, es cada vez más lejana, a juzgar por lo dejado en el país durante cuatro décadas de desaciertos, complicidades y eufemismos.
Autoritarismo por 40 años
Rodrigo Arias López, investigador y profesor de la UCR, y el suscrito advertimos de la crisis ya existente en la Caja, pues los gobiernos de Liberación y Unidad Socialcristiana desde 30 años atrás dejaron de cancelar deudas al Seguro (Revista Surcos: Hablemos de IVM. Sala Primera de la Corte consideró desvío de fondos en la CCSS – Parte II; https://surcosdigital.com/hablemos-de-ivm-sala-primera-de-la-corte-considero-desvio-de-fondos-en-la-ccss-parte-iii/).
En 1996, los gremios de la educación fueron garroteados durante una huelga magisterial, no sin antes advertir el abandono en que estaban cientos de centros educativos y el error histórico de negar presupuesto a la educación pública. Desde entonces la suerte se echó: la educación como la seguridad social ya no era derecho —aunque el dialecto oficial mantiene esa opción legal—, sino privilegio.
Y hay un hecho grave y notorio. En el horizonte el movimiento popular considera que la solución en torno a los derechos quitados y las humillaciones sufridas pasan por la mediación de los partidos políticos y los amigos que elijan.
Uno pensaría que las condiciones históricas son únicas para que haya otros interesados en escribir sus propias historias: surge indetenible un nuevo orden económico pluripolar, se apaga la idea de un gobierno para el mundo y la democracia del futuro es creación a partir de nuestras diferencias y no de la riqueza acumulada. La dificultad radica en tener que renunciar a viejas parodias y egocentrismos.

