Hace unos días atrás, finalizó la Semana Universitaria de la Universidad de Costa Rica. Esta semana se conmemoró en todas las sedes y recintos. En el caso de la Sede Occidente, Recinto San Ramón, se decidió celebrar con un eje temático específico: “Reactivación de las luchas y movimientos sociales”.
Por esta razón, el martes, día correspondiente al Movimiento Feminista y Diversidad Sexual, la bandera multicolor se observaba por todo sitio; las consignas adornaron las paredes de todos los espacios del campus. Y las actividades enfocadas en estos movimientos, fueron el “pan de ese día”.
Cuando transitaba por el pasillo, observé a un grupo de estudiantes que se encontraban conversando al frente de una consigna. En el momento que pasé junto al grupo, escuché a un estudiante diciendo: “mae que asco, ¿cómo pueden ver eso normal?”, refiriéndose al matrimonio civil entre personas del mismo sexo.
Sin embargo, no me preocupé, ya que me engañé pensando que esa opinión personal era solamente la de ese chico, pues no reflejaba la posición de más estudiantes. Claro, “somos un país pura vida que cumple los derechos humanos a cabalidad”. Debo admitir que entre preparativos para los siguientes días, olvidé esa frase, por lo cual no lo comenté con mis compañeras y compañeros.
El día jueves se realizó una fiesta en el marco del día conmemorativo al movimiento estudiantil. Las personas que se encontraban en el evento, se dispusieron a disfrutar ese momento en que se sale de la rutina. La celebración transcurría “normalmente” hasta que se decidió cometer un acto homofóbico y discriminatorio, ya que el personal del lugar obligó a salir a dos chicos que se encontraban besándose. Así es, en el 2016 siguen sacando parejas de personas del mismo sexo por mostrarse afecto.
La comisión organizadora del evento habló con el presidente de la Junta Directiva del CCS Club Parrita (donde se realizó la fiesta). El señor mencionó que esa era la posición que mantenían, y no iban a permitir que se besaran. La discusión se mantuvo, accediendo a que “los dos chicos podían entrar pero se debían mantener tranquilos”, es decir, no podían mostrar afecto en público. Inmediatamente, la fiesta se detuvo, y el grupo de estudiantes que apoyaba a los compañeros se retiraron a manifestar su descontento frente al lugar.
La interrogante principal que surgió era: ¿Quieren que crea que Costa Rica es un país pura vida”? Definitivamente, somos un país permeado por la doble moral, hablamos de derechos humanos, pero no podemos luchar para que exista igualdad de derechos para todas las personas sin discriminación alguna.
En esta sociedad, formar parte de la comunidad LGBTIQ… te expone inmediatamente a sufrir diferentes manifestaciones de la violencia. De la misma manera, en cómo los dos compañeros fueron obligados a retirarse, las personas de estas poblaciones ven atropellados todos sus derechos según el ámbito en que se encuentren.
Costa Rica es un país que continúa discriminando bajo la lógica del sistema patriarcal, en donde la iglesia Católica posee incidencia para decirnos “qué es lo bueno y lo malo”, a pesar que existimos personas que nos importa un comino lo que digan los sacerdotes, esos mismos que imponen control a través de la investidura de poder llamada “sotanas”.
No puedo ni siquiera considerar la idealización de “Costa Rica como paraíso de paz e igualdad”, mientras se sigan sufriendo situaciones como la experimentada el jueves 28 de abril. Y estoy consciente de que este hecho es solamente un ejemplo de la exclusión cotidiana.
Por último, repudio cualquier acto de violación de derechos humanos. Y si usted que está leyendo, también lo hace, le invito a realizar acciones para mostrar la disconformidad, y a luchar.
Seremos un país “pura vida” hasta el día en que no exista ningún tipo de violencia ni discriminación, en donde no solamente el hombre, burgués, religioso, blanco y rubio, tenga sus derechos validados, sino TODA la población.