Opinión

Costa Rica en la encrucijada: autoritarismo o democracia

La democracia ha venido cediendo el espacio al autoritarismo y  ahora no solo es la pose predominante  en el Poder Ejecutivo, sino que también ha calado en el Poder Legislativo

[…] hoy la ética es más importante que nunca, porque  recuerda que ciertas cosas, como los fascismos, fueron doctrinas en las que se sustituía la ética por una cierta estética: la estética de la muerte, de la arrogancia, de la    violencia”. Fernando Savater.

La democracia ha venido cediendo el espacio al autoritarismo y  ahora no solo es la pose predominante  en el Poder Ejecutivo, sino que también ha calado en el Poder Legislativo. Esta instancia, apelando a la urgencia de dar respuesta al problema fiscal, le ha cerrado los espacios al diálogo y la deliberación ciudadana, una exigencia fundamental de la democracia, particularmente en una sociedad donde se han diversificado los intereses multisectoriales de una ciudadanía que dejó de ser simple espectadora.

Cabe preguntarse a qué se debe esta devaluación de la democracia frente al autoritarismo, que hoy se viene profundizado a niveles tales que el país más grande del norte está en manos de un Donald Trump y el más grande del sur en las de un Jair Bolsonaro, ambos representantes del autoritarismo más radical de las últimas décadas en las sociedades democráticas de América.

Nos parece que hay tres explicaciones posibles. La primera es lo que el papa Francisco ha denominado  “dictadura de la economía”: la economía le ha puesto límites cualitativos a la política y a la ética, y  los intereses del gran capital financiero y empresarial prevalecen sobre los del bien común y de los derechos humanos y de la naturaleza, columnas vertebrales de la democracia. La segunda es la mercantilización de la política, es decir, la política se pervirtió al convertirse en  negocio; se aspira al poder no por la vocación de servir a los intereses generales de un país, sino para  hacer negocio con las arcas del Estado y servirse en la mesa grande. La tercera es la avanzada de una corriente político-religiosa fundamentalista autoritaria, la cual ha venido apostando por la recuperación de valores sociales y morales tradicionales, en una decidida cruzada por contener a los sectores culturalmente más progresistas, quienes han vendido levantando las banderas de la lucha contra el patriarcalismo, el racismo, la discriminación y el respeto a la diversidad de género y preferencias sexuales, así como de los derechos de la naturaleza, en la búsqueda de una convivencia planetaria más digna e inclusiva.

Nuestro país, atendiendo a una valiosa y rica tradición civilista, democrática y defensora de los derechos humanos y de la naturaleza, tiene hoy la gran responsabilidad histórica de recoger y actualizar dicha herencia para contrarrestar la fuerza del autoritarismo de sociedades que asumen estilos de vida no tradicionales, cierran fronteras y levantan los muros del odio y la xenofobia, atentando contra los derechos humanos y legitimando la violencia  contra quienes piensan diferente.

O seguimos siendo Costa Rica, el país que se edificó sobre la ética del bien común y de los derechos humanos y de la naturaleza, o dejamos que los vientos del “norte” y del “sur” nos azoten al punto de “perder los estribos” por los caminos del autoritarismo más reacio y nefasto de la historia reciente.

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